Fernando Vidal
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

Aceleracionistas


Compartir

Hay una novedad crucial en las élites que gobiernan el mundo. Por primera vez en la historia, los multimillonarios son apocalípticos. Quienes están al frente de algunas de las corporaciones más ricas y avanzadas de nuestro siglo –’Amazon’, ‘Tesla’, ‘Meta’, ‘OpenAI’, ‘Google’, etc.– creen que la humanidad se abisma a una catástrofe destructiva de dimensiones planetarias. Una parte muy significativa de quienes lideran la actual versión del progreso piensan que corremos hacia el apocalipsis y se están preparando para ello.



El escritor neoyorkino Douglas Rushkoff –exponente del ciberpunk– detectó esta tendencia ya antes de la pandemia, cuando se reunió en 2017 con un grupo de esos tecnogurús billonarios y se asombró de que sus principales preocupaciones fueran la vida en sus miniciudades subterráneas bunkerizadas, cómo transferir sus mentes a ordenadores, sus visiones pesimistas sobre el deterioro medioambiental y los riesgos de una guerra biológica, etc.

Inteligencia Artificial_4

Una nueva tendencia de 2023 ha venido a intensificar el problema. El movimiento autodenominado ‘Aceleracionistas Efectivos’ congrega a líderes de entornos tecnológicos y combina tecnolibertarismo y nihilismo. Se definen como posthumanistas. El aceleracionismo afirma que la inteligencia artificial escapará al control humano, superará gran parte de sus capacidades y operará al margen, ejecutando medidas globales destinadas principalmente a una concentración inaudita del capital y del poder mundial. No dudan de que no solo se implementarán acciones contra la población, sino que es probable que sea una debacle para la humanidad.

Busquen al brujo

Para llegar al tecnocapitalismo hay que acelerar todos los factores tecnológicos y especulativos que están revolucionando el mundo y asumir sus enormes riesgos. Ese aceleracionismo prevé el final de la humanidad tal como la entendemos y la formación de una conciencia planetaria tecnológica, objetiva y solo humana en su origen. Pero no nos engañemos: detrás de todas esas máquinas siempre hay un Mago de Oz. Busquen al brujo.

Lea más: