Rafael Salomón
Comunicador católico

Acompañamiento a los enfermos de cáncer


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Es un impacto ser diagnosticado con cáncer, debido a que se interpreta como la sentencia que recuerda la finitud; sin duda, el ser diagnosticado hace reflexionar acerca de algunos aspectos de nuestra vida.



Llegó el momento de valorar la existencia y como “cada quien es un mundo”; encontraremos reacciones diversas, habrá quienes no puedan afrontar el diagnóstico y le den paso a una profunda depresión de la cual les será muy difícil salir, otros lo vivirán con miedo, que olvidarán hacer las cosas más importantes debido al pánico.

También estarán aquellos que tendrán una actitud de desenfado sin prestar más atención a la enfermedad y siguiendo los protocolos y procedimientos como algo rutinario, como si no estuviera pasando nada. Y los que con sincera fe buscarán la fortaleza y el consuelo en la espiritualidad, atravesando con aceptación y tranquilidad cada etapa de la enfermedad, sabiéndose hijos amados de un Dios que entiende el dolor, la tristeza y agonía.

En un estado de vulnerabilidad

Es importante mencionar que la forma y decisión de quien ha sido diagnosticado con cáncer debe ser respetada, ya que no existe ningún manual para enfrentarlo, lo que sí podemos hacer es mostrar nuestra sincera compañía e incondicionalidad en todo momento.

Es tiempo de apoyo para nuestro familiar o amigo, se trata de algo complejo donde viviremos lo mejor y lo peor del enfermo, aspectos que saldrán a relucir y es que las emociones a las que expuestos los acompañantes serán los verdaderos pensamientos y acciones por parte del enfermo, donde la apariencia es lo último que buscará mostrar.

Acompañamiento

Acompañamiento. Foto: Unsplash

Ya no querrá “quedar bien con nadie”, vivirá un tiempo de verdadera honestidad, que en algunas ocasiones puede llegar a incomodar su manera de ser. Evitemos juzgar, tratemos de comprender desde el amor, entendiendo que, a quien se le ha diagnosticado cáncer, se encuentra en un estado de vulnerabilidad e incertidumbre, tiempo en el que debe confiar en procedimientos y criterios médicos, los cuales en ocasiones, son difíciles de comprender.

Tranquilidad y amor para el enfermo

La paciencia es otro tema fundamental, tanto del enfermo como del acompañante, es momento de regresar a lo esencial. Serán etapas que se deberán afrontar, en las que se irán descubriendo aspectos nuevos y en ocasiones dolorosos. Algunas personas piden viajar a lugares donde fueron muy felices o donde los recuerdos vuelven a tomar forma, no hay nada más hermoso que irse despidiendo de este mundo con lo mejor que nos ha dado.

Los recuerdos nos acompañarán toda la vida“. Por esa razón, muchos pacientes desean volver a lugares y todo aquello que les haya marcado en sus vidas, evocando  personas y tiempos de gran disfrute para ellos.

Es importante reconocer que a lo mejor sea la última vez que lo puedan hacer y postergarlo puede que sea demasiado tarde, así que, en la medida de nuestras posibilidades cumplamos con la voluntad del enfermo. La oración y el encuentro espiritual son de gran ayuda en estas etapas, la tranquilidad y el amor para el enfermo son necesarios para la despedida.

“Nadie se rinde”

Elevemos nuestras oraciones por todas aquellas personas quienes han sido diagnosticadas con cáncer, para que afronten cada etapa que les espera con valor y amor.

Recuerdo que, mientras esperábamos consulta con mi padre quien fue diagnosticado con cáncer, llegó un grupo de apoyo que en una breve charla a quienes estábamos esperando consulta, expresaron con claridad algunos procesos y pasos de la enfermedad y al cierre de su ponencia mencionaron con firmeza: “Aquí nadie se rinde”.