José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

Aduladores en la nunciatura


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MIÉRCOLES

De aduladores está la nunciatura llena. Que buscan colocar sus ternas desde el aterrizaje prepandémico hasta hoy. A golpe de elogios impresos que buscan ser correspondidos con un canapé. En Roma lo saben. Les preocupaba. Y les ocupa.

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VIERNES

Toledo. Visita a la catedral. Ante el Caravaggio que unos dicen que sí y otros dicen que no. Al contemplarlo, las cuitas sobre la firma se pierden entre una hiedra y un carnero hiperrealistas que parecen adelantarse unos cuantos siglos a las tres dimensiones virtuales. Y una luz que lleva a lo trascendente. Y cuando sigo dándole vueltas a la genialidad del pincel, Ana me pone sobre aviso ante una escultura de Pedro de Mena que los turistas ignoran en sus prisas ‘foteras’. San Francisco en éxtasis, en madera policromada, con unos pliegues y un hábito que parece tallado anteayer. Genialidad oculta para los ojos del guiri.

SÁBADO

Diálogo con María Luisa. Entre un café y un bizcocho de zanahoria, los líos de vocaciones por no haberse trabajado la afectividad como una asignatura en constante renovación. “¿Dónde tienes puesto tu corazón? En un sitio o en otro. Donde te sientas llamado, pero hay que elegir, eso de conciliar dobles vidas no…”. Ahí queda.

DOMINGO

Retransmisión del ángelus por YouTube. El Papa termina su alocución y se escuchan unas guitarras de fondo. Son los ‘Siempre así’. Los sevillanos que dieron una vuelta a la rumba. Unos amigos que arrancaron tocando y cantando en misa “a su manera” y llegaron hasta la luna. O, mejor dicho, hasta Roma, treinta años después. Y ahí siguen. Con la pena de no haber podido contar con el cardenal Amigo como su particular capellán para celebrar la misa de acción de gracias en San Pedro.

LUNES

Alguien me regala esta cita de Alain Deneault en su Mediocracia: “Lo que de verdad importa no es evitar la estupidez, sino adornarla con apariencia de poder”. No soy de tatuajes, pero queda grabado.

MARTES

Otro laico sinodal me avisa de que quienes estaban llamados a hacer el resumen de las propuestas de toda su diócesis, ejercieron de típex blanqueando todo aquello que sonara dogmáticamente malsonante. Mejor clareado, que molesta menos.

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