Desde niño aprendí, gracias al consejo de mi padre, que las cosas buenas iniciaban desde el día anterior. Así, si el sábado quería ir a casa de mis abuelitos, y el domingo salir en familia a un paseo, cosas que me agradaban sobremanera, los deberes escolares, encargados para el lunes, había que terminarlos desde el viernes por la noche. De esta manera disfrutaba a mis anchas el fin de semana.
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Con el paso de los años, y ya con la adicción a los maratones, he entendido que esa justa deportiva no inicia con la largada, sino con la decisión de correrlo, con la debida inscripción y, meses antes, con extenuantes entrenamientos. Lo bueno -llegar a la ansiada meta y recibir la correspondiente medalla- inició desde el día en que calcé las zapatillas deportivas y asalté el asfalto.
Esta sensación me viene hoy, primer domingo de Adviento. Y es que la semana pasada, en que celebramos la fiesta de Cristo Rey, con la que concluyó el año litúrgico, algunas personas me preguntaron por qué la Iglesia no termina su ciclo anual el 31 de diciembre. ¿Será por dar la contra?
No. Aunque nuestra querida madre vaya en sentido contrario al que transita la sociedad en muchos temas, sobre todo en estos últimos años. No. El Adviento es una fiesta de alegría y agradecimiento por la próxima Navidad. Por ello se pretende emplear todo un mes para prepararnos a vivirla adecuadamente. ¡Así de importante es la celebración del próximo 24 de diciembre por la noche!
La preparación, sin embargo, corre por dos carriles: uno, sinuoso, empedrado, y es el litúrgico-oficial, que nos invita a reflexionar, a estar alegres por el nacimiento del Niño Dios, a prepararnos interiormente. El otro, holgado y dúctil, es el que nos lanza a las compras y los regalos, a las fiestas y a las pretendidas posadas, al embotamiento y la distracción fútil.
Ojalá y, al menos, encontremos espacios de reflexión y análisis para tomar la decisión que acariciamos cada año, y no siempre concretamos: visitar al familiar alejado, dejar atrás esa relación tóxica, asumir nuevos compromisos sociales, apostar por la generosidad y no por la comodidad, dar ese salto cualitativo para sacar lo mejor de nosotros mismos, convertirnos, pues. Creo que ésta será la mejor manera de prepararnos a la gran fiesta de la Navidad porque… lo bueno comienza desde antes.
Pro-vocación
Cuidado. En México se ha acusado a cinco clérigos, entre ellos dos Cardenales Arzobispos -uno emérito-, un Obispo y dos Curas, de inmiscuirse en política partidista en tiempos electorales, cosa que está prohibida. La sanción está pendiente, pero mientras tanto ya reaccionaron los afectados y algunos colegas alegando persecución religiosa. Cuidado. No falta a quien le encantaría ser mártir. Ojalá y no se le dé gusto.