¿Afea Francisco a Benedicto?


Compartir

José Lorenzo, redactor jefe de Vida NuevaJOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva

“Mareados de puro vértigo, algunos utilizan su lógica para advertir que las loas al nuevo Papa no dejan de ser en el fondo una puñalada al emérito Benedicto XVI…”.

La lógica de Francisco no tiene lógica para algunos. Mareados de puro vértigo, utilizan su lógica para advertir que las loas al nuevo Papa no dejan de ser en el fondo una puñalada al emérito Benedicto XVI.

No se entiende muy bien la razón, pero tendría que ver con que lo que está haciendo Bergoglio, y que tantas alabanzas merece, supondría echarle a la cara de Ratzinger lo que este no hizo. En suma, un nuevo ataque a la comunión, a la eclesialidad y a la unidad desde la perspectiva de estos aguafiestas, que además añaden que algunas de las cosas que ahora hace o dice Francisco ya las había apuntado Benedicto XVI.

Cierto: la mundanidad espiritual, el carrerismo, la burocratización de las estructuras eclesiales… ya las denunció el Papa teólogo, y tampoco entonces fueron muy celebradas por quienes ahora piden un respeto para él.

Realmente, el problema no es que lo que hace Francisco afee a su predecesor. La cuestión es que lo que dice y hace nos interpela a todos, nos deja, sin tapujos, entre la espada y la pared de la coherencia.

Por ejemplo, su visita a Lampedusa para encontrarse con inmigrantes ilegales de un centro de internamiento para extranjeros. Allí se plantó este Papa para acompañar, estrechar manos, pedir perdón “por la crueldad que hay en el mundo, en nosotros”, y afear –ahí, sí–, a quienes, con sus decisiones socioeconómicas, hacen posible esos dramas anónimos.

No se puso a medir con la lógica de otros si estas críticas serían bien o mal recibidas por el Estado italiano y sus autoridades, de quien es tan deudora la Santa Sede. No había una lógica política tras esta decisión, sino evangélica, que es más revolucionaria, una lógica fundamentalista de amor al prójimo, que es como la solidaridad civil pero pasada por un entusiasmo trascendente, y que supone una carga de profundidad contra las conciencias plácidamente acomodadas en la Iglesia, pero también en la sociedad.

En España tenemos ocho de estos centros de internamiento para extranjeros, alguno denunciado por sus abusos e irregularidades. Si acaso Francisco ha afeado a alguien, ha sido a aquellos que, debiendo, aún no han puesto un pie en ellos, o a los que han presionado para no incomodar desde la Iglesia a los gobiernos de turno con reclamaciones que se entendían solo desde una lógica política y no evangélica.

En el nº 2.856 de Vida Nueva.

LEA TAMBIÉN: