Fernando Vidal
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

Agnosticismo confesional


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El nuevo populismo de ultraderecha proclama como pilar la Cristiandad romana. No hay espiritualidad, religiosidad ni compasión en sus planteamientos, sino agnosticismo confesional. La ultraderecha defiende la supremacía de Occidente, como un imperio cultural que debe defenderse, no mezclarse ni crear con otras culturas algo nuevo. En realidad, no tiene que ver con el espíritu humano, sino con una reconfiguración de la raza biológica como raza cultural; un nuevo racismo.



El papel del cristianismo en ese imaginario no es espiritual, sino cultural. Se quiere convocar a una nueva comunión entre creyentes y no creyentes alrededor de la defensa del imperio cultural cristiano-romano, cuya continuidad ven presente en las corrientes integristas del catolicismo a lo largo de la historia y, especialmente, en los siglos XIX y XX.

Vaticano2

A la ultraderecha le interesa de Roma la defensa del imperio cultural occidental. Se ve a la Iglesia como un baluarte de una política cultural y fuente de legitimación. El carácter imperial no se detecta solo en la voluntad de liderar la civilización, sino en su planteamiento sobre el poder, en su afán de dividir y en el carácter belicoso de guerra cultural. Por eso ven la sinodalidad como una desviación protestantizante.

Patrimonio sapiencial

No interesa una labor pontificia que profundice la comunión e incluya la luz que las culturas y espiritualidades no occidentales puedan aportar para comprender el Evangelio. El cristianismo encontró en la cultura griega luz para autocomprenderse mejor y dicho potencial se encuentra también en el resto del patrimonio sapiencial de la humanidad. En cambio, ven a la mayor parte del mundo como bárbaros migrantes que amenazan al imperio occidental.

Resulta paradójico que quienes acusan falsamente al Papa de hacer de la Iglesia una ONG, pretendan reducir el Evangelio a su nacionalismo cultural.

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