VIERNES
Mediodía. Urgell estrena obispo coadjutor. Últimamente, parecen no darse a conocer los nombres de las nuevas mitras antes de tiempo. No por falta de pericia periodística, sino porque alguien ha debido de descubrir a los topos e instarles a que respeten aquello que están llamados a respetar por la responsabilidad que les ha sido encomendada. Desenmascarados. Desenmascaradas. Frenados en seco.
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DOMINGO
Misa de doce y media. Enrique remata su escapada a España para oxigenarse, ver a la familia y actualizar los pertinentes informes médicos. Cuenta este comboniano que en Chad se utiliza el término ‘mbá’ para referirse a aquel que viaja. Con matices. No es sinónimo de turista, ni tan siquiera de viajero. Se refiere a aquellos que se desplazan para comunicar algo importante y, por ello, se merecen respeto y estima. Es así como los chadianos llaman también a los misioneros como Enrique. Lo comparte el día en que Jesús llama y envía a los suyos a ponerse en camino. “Ojalá nuestra presencia hable de Dios”. Aquí Enrique también hila fino. Presencia, no palabra avasalladora y, en ocasiones, contradictoria.
Sobremesa ante la pantalla. Final de Wimbledon. Alcaraz arrincona a Djokovic. Una dejada para dejar sin aliento. Un saque a 215 kilómetros por hora imposible de frenar. Un liftado que no permite contrataque alguno. Ningún punto es igual al anterior o al siguiente. Hace unos diez años, alguien me dijo esto mismo de Bergoglio: “Es impredecible. Aun con un mismo escenario, con un problema prácticamente idéntico, no repite ninguna jugada”. Un Papa que se escapa de lo previsible. El Espíritu no entiende de algoritmos. ‘Match ball’.
MARTES
Un pueblo de Málaga se levanta contra su párroco. Por no bautizar a una niña y no dar la primera comunión a un niño. El obispado sale en defensa del sacerdote: nunca se ha “denegado” el acceso a los sacramentos, sino que se ha pospuesto. “En el momento en que haya ‘esperanza fundada’ de ser educada en la fe católica, la niña podría ser bautizada”, se deja caer, a la vez que se echa mano del Código de Derecho Canónico para avalar al cura, que habría detectado falta de formación y de actitud para vivir la fe. Por mucho que se pueda objetar sobre el que viene de fuera, el de dentro está llamado a facilitar, no a levantar muros. Porque estrechar la puerta del templo y reservar el derecho de admisión al otro, antes o después, ejerce de bumerán. El que se sabe puro y perfecto…