Con 22 años, Amanda Gorman es una imagen fresca, profunda y comprometida de los jóvenes católicos de este siglo. Esta afroamericana leyó el poema inaugural de la toma de posesión de Joe Biden. Su parroquia, Saint Brigid, en el sur de Los Ángeles, se alegra de que sea la más novel de la historia en esas lides. Allí ya sabían de su arte. Desde pequeña leía sus versos en las celebraciones, cantaba en el coro y participa de la vida de la comunidad.
Su párroco, Kenneth Keke –josefino nigeriano–, dice que el corazón de sus poemas trasluce la teología de la liberación que nutre el compromiso de la comunidad parroquial. Graduada en Sociología por Harvard, sus textos los publica regularmente The New York Times, los recita muchas mañanas en la cadena CBS y también lo hará en la Super Bowl.
La poesía interior
Gorman es el poema que inspira y reconcilia un país herido por la rabia y la violencia. Es la voz de una nueva generación que busca la poesía interior de cada cosa: “Hay un poema en este lugar / en las huellas, en los pasillos / en el ritmo tranquilo de los bancos…”.
Hija de madre soltera, una profesora de primaria, creció en un entorno muy humilde, sin acceso a televisión, siempre impulsada por el coraje de su madre. La fe fue, según el párroco de Saint Brigid, uno de los pilares que su madre siempre quiso transmitirle.
Poeta y activista comprometida con los Derechos Humanos, Amanda leyó con una voz nueva y esperanzadora el poema La colina que subimos: “Cuando llega el día, salimos de las sombras en llama y sin miedo, el nuevo amanecer florece conforme lo liberamos. Porque siempre hay luz. Si tan solo fuéramos lo suficientemente valientes para verlo. Si tan solo fuéramos lo suficientemente valientes para serlo”.