La alerta
La epidemia del Coronavirus (COVID-19) se ha hecho notar de forma intensa este domingo en importantes regiones del norte de Italia. Un centenar de contagiados, 11 localidades en cuarentena, los primeros fallecidos –3 a última hora del domingo–, cancelación del típico carnaval de Venecia, trenes detenidos en la frontera… son los datos de una realidad devastadora que hace que toda Europa esté preocupada.
La Iglesia también se ha visto afectada por una realidad que ha obligado a cerrar instituciones como la Universidad de Bolonia o que ha vaciado de turistas la plaza del Duomo frente a la emblemática catedral de Milán. El presidente de la Conferencia Episcopal, el cardenal Gualtiero Bassetti, que estaba en Bari acompañando al papa Francisco en la clausura del encuentro de obispos del Mediterráneo, ha declarado que la Iglesia está “dispuesta a aplicar cualquier disposición para proteger la salud” que venga de las autoridades. “Estoy convencido de que no hay que alarmarse, hay que tomar precauciones”, señalaba a los periodistas que le preguntaban por la situación. “Tomaremos las medidas establecidas por la ley, no somos la autoridad civil. Por lo tanto, debemos distinguir muy bien nuestras competencias. No puedo tomar medidas que no hayan sido sugeridas por la autoridad civil porque difundiría un miedo excesivo”, añadía desmarcándose de las críticas recibidas por la gestión del ministerio de Sanidad italiano.
En el principal foco de la epidemia en Italia, en la diócesis de Codogno, en la Lombardía, el obispo Iginio Passerini, señaló a la agencia SIR que la ciudad “vive estas horas con gran aprensión y miedo. La gente permanece encerrada en sus casas y todas las agregaciones públicas han sido suspendidas, tanto por las disposiciones que nos han llegado como por el temor cada vez más extendido”. Unas disposición que implicó la suspensión de las misas del domingo y de esta semana. “Nos costará renunciar a la celebración dominical que nos hace sentir pueblo fiel, pero acogemos el momento como una preparación al ayuno cuaresmal y como una pedagogía para percibir el hambre de quienes sienten que no pueden vivir sin la Eucaristía”, escribía el prelado. Situaciones similares se han dado en la diócesis de Cremona donde se han suspendido las misas y se han cerrado a los fieles todas las iglesias y capillas. En la diócesis de Piacenza este domingo no ha habido catequesis y en las misas se ha suprimido el gesto de la paz y todos los files han comulgado en la mano.
En Milán la Iglesia ha decretado –imagino que para terror de algunos movimientos eclesiales– que la comunión se dé solamente en la mano y se ha suspendido este domingo la asamblea diocesana de la Acción Católica que se iba a celebrar en la importante Universidad Católica del Sagrado Corazón. Otras diócesis importantes como Padua o Venecia están en contacto directo con las autoridades sanitarias por si se extendiera la epidemia y las autoridades sanitarias pidiesen reducir toda forma de contacto innecesario. Es más, la Iglesia está ofreciendo sus “10 mandamientos” para prevenir la transmisión del nuevo virus.
La enfermedad
Pasan las semanas y el Coronavirus ha dejado de ser noticia de un día para ir cobrando mayor presencia en los informativos y en las conversaciones de la gente. Una enfermedad de la que no sabemos más que su original nombre, que en China ha dejado más o menos 2.441 fallecidos, 76.936 contagiados y 22.808 recuperados; que Corea del sur es un foco importante con 2 fallecidos y 556 contagiados. Sabemos que la alerta ha llegado a Irán con 6 fallecidos y 29 contagiados según las cifras de este domingo. Además de lo dicho sobre Italia y que en España se está hablando de 2 casos de contagio recuperados de gente que se había contagiado fuera.
“Los coronavirus (CoV) son una amplia familia de virus que pueden causar diversas afecciones, desde el resfriado común hasta enfermedades más graves, como ocurre con el coronavirus causante del síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) y el que ocasiona el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS-CoV)”, dice la Organización Mundial de la Salud. La fiebre y los problemas respiratorios son los síntomas más habituales, algo tan frecuente que puede hacer que las alertas se disparan.
Los consejos de los profesionales se basan en la higiene de manos y el cuidado al estornudar. Recomiendan cocer bien carne y huevos y evitar el contacto con una persona infectada que puede toser o estornudar. Ciertamente, estos indicadores ponen en guardia cualquier actividad social que desempeñen las personas con riesgo de contagio.
Las celebraciones litúrgicas son encuentros sociales, aunque sean para celebrar la fe. Con razón, hace dos semanas la diócesis de Hong Kong recomendaba reducir el número de asistentes a las misas –y hacerlo con máscaras y reduciendo el contagio aumentando la distancia con los demás– e incluso invitaban a seguir la celebración a través de su pagina web. ¿Ayuno eucarístico o auténtico ofrecimiento de la misa por las víctimas de esa tremenda epidemia?