El jueves de la semana pasada era el Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia y quienes creemos en una Iglesia que respeta y acoge la diversidad sin reservas, lo quisimos hacer público. Casualidad que, al día siguiente, una militante de JEC en la diócesis de Madrid, diera una charla-diálogo sobre nuestro movimiento a personas de la comunidad de CRISMHOM, cristianos y cristianas de Madrid LGTB+H.
Es una asociación de la Comunidad de Madrid, de diversidad sexual y carácter ecuménico cristiano. Su fin principal es convocar a aquellas personas cristianas pertenecientes al colectivo LGTBI que quieran comprometerse con la plena igualdad de derechos en la sociedad; diálogo y lugar en la Iglesia católica y las Iglesias Reformadas y Ortodoxa; y con el colectivo para testimoniar la compatibilidad de la fe y la orientación sexual e identidad de género.
Ames a quien ames
Hace unos meses nos encontramos tomando un café con ellos, son de CRISMHOM, a nosotros nos suena el nombre porque lo vemos paseando por la céntrica calle Barbieri de Madrid. Nos cuentan sus orígenes y lo que defienden, sus experiencias como cristianos homosexuales y nosotros escuchamos.
Les interesa la JEC porque nacieron con la “revisión de vida” pero les falta estructurar las herramientas como las tenemos nosotros (el proyecto personal, las campañas, la revisión de vida, el actuar). De la Acción Católica tienen prejuicios, seguramente bien fundamentados y con razones, pero por lo general, desconocimiento.
Nos invitan a contar en alguno de sus espacios lo que somos, lo que hacemos, y lo más importante, qué espiritualidad tenemos y cómo vemos a Dios en la acción que nos caracteriza.
Dios te ama
Es sábado de Eurovisión y exámenes y la convocatoria flojea, aun así, nos juntamos un buen grupo con ganas de compartir. Pasan dos horas en las que hablamos sobre nuestras actividades y a lo que Dios nos llama en esta vida, que es a ser personas que transforman sin caer en un activismo sin más, sino que brota de lo más hondo de nosotras, de nuestra experiencia de fe y de la confianza en un Dios que se encarnó en una persona de acción.
Terminamos en círculo, compartiendo nuestras inquietudes y siendo partícipes de las sinergias de los que habitamos las fronteras, pero nos resistimos a detenernos. Yo debería escuchar más, mi frontera no duele tanto. Un joven nos dice que no saben si son comunidad o más bien una casa de acogida, un refugio.
El domingo leo en el Evangelio del día “os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado”. No sé en qué momento hemos creído que solo existía un amor válido, no sé por qué hemos llegado a condenarlo, que me expliquen por qué algunos se empeñan en poner límites al amor. Ames a quien ames.