El artista plástico británico Charles Mackesy ha mantenido a lo largo de su carrera un diálogo permanente entre pintura y música. La música ha jugado un rol crucial incluso en su espiritualidad.
Distintas series muestran al ángel como inspiración que lleva a la belleza. Para Mackesy, el ángel transmite el amor incondicional de Dios pero cuando lo asocia a músicos, ese amor toma la forma de la belleza; el mensajero revela la belleza incondicional de Dios en el alma del ser humano.
En varias ocasiones muestra a un ángel con un músico que toca el cello. ‘Ángel y cellista’ tiene muchas de las características de la obra más representativa de Mackesy. En primer lugar, la convivencia entre sombra y resplandor. La plástica de Mackesy resalta por los resplandores que brillan en las personas y los instrumentos; pueden estar expresando la epifanía y el éxtasis.
Las sombras no son muros, sino espacios cósmicos que crean contornos suaves, que no amenazan ni absorben a las figuras sino que conviven con ellas. Los límites borrosos de los cuerpos da profundidad a las existencias, imprime un movimiento que viene del fondo hacia quien le contempla. Tienen las figuras de Mackesy algo de cuerpo celeste en el firmamento de la existencia.
Otra característica de la pintura de MacKesy es el movimiento. El jazz es el gran motivo no religioso al que atiende su creación plástica. El artista refleja con maestría la nocturnidad de los locales de jazz, la veloz lentitud de las interpretaciones y los focos deslumbrantes que brillan sobre las superficies lacadas de los instrumentos. Decimos veloz lentitud porque los vertiginosos ritmos que alcanzan con frecuencia las improvisaciones jazzísticas suceden en una nocturnidad que les da cierta eternidad.
Son interpretaciones fugaces, imprevisibles, instantáneas e irrepetibles pero a la vez la oscuridad de los locales tiene esa atmósfera cósmica que es capaz de crear Mackesy. Las músicas no se pierden nunca sino que emprenden un viaje por el universo que las hace siempre sonar en un movimiento tan lento como el de las estrellas fugaces.
Los cuerpos musicales de Mackesy tienen contornos borrosos como la propia vibración de las cuerdas de los instrumentos musicales. Y ahí se sintonizan con los ángeles, quienes aparecen como una vibración de la voz de Dios que trae un mensaje o suscita una moción de belleza. El ángel es una nota suspendida, Se acerca con el beso en la boca, transmite la inspiración mediante un óculo en la frente o cabeza del músico. Su mensaje no es una idea, una melodía, un ritmo ni un compás sino amor que suscita belleza, creación y novedad.
‘Angel y cellista’ de Mackesy es la historia de un encuentro entre dos criaturas y tres figuras. El ángel y el músico están acompañados de una tercera figura, el cello, que más bien es el cuerpo del músico, un traje, escudo, habitáculo, coraza, vehículo, piel. El músico está unido a él y entregado a hacerle hablar. EL músico se encuentra entre dos mensajes: el que sale del cello y el que recibe del ángel. Las cuerdas que vibran en el cello sintonizan en alguna frecuencia con la vibración de las alas que se agitan sobre el ángel.
Dos ensayos sobre el mismo motivo nos ayudan a seguir pensando lo que vemos. Tienen el mismo título pero nos presentan a dos músicos bien distintos. El joven del cuadro a carboncillo que hemos estado examinando es sustituido por un hombre maduro en el primer caso y por una joven en el segundo.
En el ángel y el cellista maduro, el músico mira al frente en dirección al ángel, es una de las pocas veces en que se está viendo al ángel. No le ve a la cara, pero sí contempla su cuerpo suspendido ante él. El ángel está dibujado con más cuerpo que en otras ocasiones y se le ve desnudo hasta los muslos. A cambio, apenas distinguimos su faz, que parece estar cubierta por un antifaz o el pelo que se ha corrido por debajo de su frente. Quizás la larga experiencia de este músico le hace capaz de saber que está siendo bendecido por un don, de sentir el beso del ángel en su alma.
La joven, sin embargo, se parece más a la actitud del joven del cuadro a carboncillo. Ella está concentrada en su interpretación, traduciendo a belleza musical el mensaje de amor que está recibiendo. La posición del ángel –que parece femenino- tras ella da la idea de respaldo, soporte, impulso del virtuosismo y creatividad de la artista.
El propio Mackesy ha debido vivir esta experiencia en su propia disciplina como artista plástico. En el fondo, Mackesy habla de su propia experiencia artística como creador de belleza, que presenta como creaciones de amor.