Fernando Vidal, sociólogo, bloguero A su imagen
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

El Ángel del Jazz, de Charles Mackesy


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Charles Mackesy (Northumberland, 1962) es un brillante pintor de Jazz y en algunas de sus obras relaciona música y espiritualidad. Para saber más sobre su vida, lee aquí.

Los ángeles tienen una presencia frecuente en su obra. Para él son mensajeros que transmiten que Dios ama incondicionalmente a esa persona en cualquier circunstancia en que se encuentre. Cuando los ángeles visitan a los músicos no solamente les traen ánimo e inspiración, sino que ese amor suscita la creación de belleza.

Charles Mackesy cuadro ángel pianista jazz

Hay una serie de obras de Mackesy en las que un ángel acompaña a músicos de jazz. En la titulada ‘You wouldn’t understand’ –’No comprenderías’-, un pianista interpreta una pieza en el teclado. Su chaqueta blanca contrasta con su piel oscura. Frente a él sobre el piano se encuentra el ángel, quien parece estar transmitiéndole algo. ¿O simplemente le observa extasiado? Sin duda, si alguien contemplara un ángel le llevaría al éxtasis. Este ángel parece sentir lo mismo ante la belleza del músico de jazz.

Mackesy estructura la composición en dos mitades verticales. A la izquierda se encuentra el ángel, que se funde con el cuerpo del piano como si las cuerdas estuvieran en el interior del ángel. A la derecha del espectador, el jazzman está concentrado en su ejercicio. Mackesy da forma a las figuras con el fondo de oscuridad cósmica que le caracteriza. En otro post tratamos este aspecto. Ángel y pianista parecen cuerpos celestes suspendidos en el firmamento. Incluso los brillos resplandecientes que fulguran en cada figura, parece una luz pura como solamente se encuentra en el espacio vacío. Las teclas brillan pero no se distinguen singularmente, forman un continuo que el chorro de luz fusiona.

Si uno entorna los ojos al contemplar el cuadro, solamente vería sombra y resplandor. Es un foco de la sala de concierto donde toca el hombre. Ilumina su frente y la espalda del ángel. La intensidad de la luz parece levantar un pequeño remolino en la coronilla del ángel. Sus alas se trasparentan en sus bordes. Suspendido en el aire, el ángel toca la caja del piano y parece también querer hacer resonar su melodía en él. Igual que las notas suenan en el silencio, ambas figuras brillan en la oscuridad.

Charles Mackesy cuadro ángel pianista jazz

La siguiente obra es más compleja porque dos ángeles se hacen presentes en medio de una sesión de jazz llena de personas que disfrutan e la música en una sala de conciertos. Su título es ‘Pete’s’, que puede ser el nombre del pianista. De nuevo los ángeles se plantan ante un músico cada uno, en medio del escenario. Nadie advierte sus presencias. El diseño refleja rasgos jazzísticos: junto a la pintura están intensos rasgos de los lápices del artista y conviven con palabras manuscritas sobre la pintura. Un tratamiento corta al otro, no solamente se superponen sino que crean un asincopamiento en la propia textura y en la composición de la pintura. Todo se mueve en el cuadro, está empapado de un dinamismo tembloroso. Incluso los ángeles parecen una presencia normal, tan asombrosa como el resto de las figuras. Los ángeles no son figuras de quietud, sino que están impulsados por la velocidad de la propia música. No es una diapositiva parsimoniosa, sino el instante fugaz de una escena de ritmo veloz.

En la sala hay dos focos que iluminan desde atrás a los dos ángeles. Los propios ángeles parecen luz que sale de esos focos, dos haces que dan un mensaje iluminador. Parece que los ángeles salieran desde el interior del aire o la luz. Surgen, se despliegan, tocan aquí y allá, suscitan. No son grandes gestos ni golpean la realidad sino que tocan tenuemente. Es suficiente. Tocan el interior de cada melodía, cada compás, cada nota, poniendo el dedo sobre lo que ello hay de amor incondicional.

Igual que el jazz corta, redobla, superpone, quiebra y fragmenta la música, Mackesy trata de hacerlo en esta obra. El plano de pintura se levanta para que se muestre también otro plano de lápices y carboncillo. También los ángeles asincopan la realidad según Mackesy: los ángeles levantan la realidad y la abren, irrumpen, muestran sus planos, las dimensiones conviven, la intemporalidad se introduce en el tiempo y espacio y ponen todo en comunicación.

Esa debe ser la melodía del ‘Angel Trumpeter’ que pinta Mackesy: una trompeta celestial que asincopa la realidad, altera la mecánica continuidad de las esferas de reloj, hace hueco a lo sagrado, hace trascender al interior de cada cosa, agujerea perspectivas por las que te ves a ti mismo en un todo mayor.

Charles Mackesy cuadro ángel pianista jazz

En ‘Angel Trumpeter’, el pianista mira para nosotros y nos hace partícipes de la escena que está viviendo; supone que como él también sentimos al ángel y nos mira con complicidad. El ángel ya no es solamente mensajero, sino compañero; no es solo guardián, sino creador. Disfruta, goza. Mackesy revisita los bíblicos ángeles con trompetas para hacerles tomar cuerpo en un escenario de jazz. El fondo dorado del cuadro hace resonar en nuestra memoria los iconos y el dorado de la divinidad. Es un dorado que se ha mezclado con la oscuridad del jazz y podemos leer palabras manuscritas. Nos hace recordar incluso a una carta postal.

El ángel no mira al pianista ni nos mira a nosotros: lanza su música al mundo, a un supuesto público que les escucha. Hay una aproximación jazz al tiempo y el espacio. Mackesy interrumpe las leyes de la naturaleza por la disrupción de los ángeles en sus cuadros y su presencia nos descubre otro tiempo, otra historia mayor.

El jazz de Mackesy es un método de conocimiento, nos muestra una estructura más compleja de la música, el ritmo e incluso el tiempo. A su vez, el Ángel del Jazz nos muestra la estructura más compleja que tiene la realidad y el universo, el amor de Dios.