Música y pintura coexisten con frecuencia no solamente en la obra de Charles Mackesy (Northumberland, 1962) sino también en su biografía espiritual.
Una de las series que más ha trabajado es la que presenta a un ángel visitando a un niño o joven pianista. ‘Beatitude’ es un cuadro realizado a carboncillo que cobra forma con el juego de sombras y resplandores típico de la plásica de Mackesy. La obra nos permite contemplar un niño de espaldas que toca el piano. Sobre él, flota un ángel.
A diferencia de otras composiciones, el ángel no está en contacto con la persona, sino que está suspendido muy cerca de él. Resaltan las grandes alas que despliega el ángel, resplandecientes en blanco estelar. El ángel aparece como una gran lengua de fuego sobre el aprendiz de piano. Es una estrella fugaz volcándose sobre el niño. Indica la enorme potencialidad que hay en el interior del pequeño pianista.
El ángel también es infantil. Solamente se ve su busto colgado de su ala, la enorme llama. El deslumbrante blanco del ángel contrasta con el oscuro negro del niño. Blanco y negro se simultanean en el teclado del piano, eco de las dos figuras de la escena.
En otra de las obras, el ángel se asoma a la partitura abierta que el niño debe leer. Él tiene la mirada fijada en el teclado. De nuevo las alas del ángel destacan y dotan de vida el cuadro. En este caso son una agitación fulgurante, una luminaria incandescente sobre la espalda del ángel, que parece tumbado sobre el piano.
Mackesy usa en este cuadro un recurso muy de su gusto: palabras grabadas sobre la pintura. Representan el mensaje que el ángel está pronunciando al niño sin mover lengua ni labios, en silencio.
Los niños de estas dos pinturas muestran un gesto de disciplina y persistencia, se mantienen en un aprendizaje que les resulta arduo. El ángel no solamente aparece con una función inspiradora, sino como aliento y ánimo para continuar en el camino.
Otra de las pinturas de Mackesy marca especialmente ese momento. Es un adolescente el que aparece al piano y está cansado, quizás incluso llora desanimado. El ángel pone sus manos sobre sus hombros para reanimarle. Nuevamente Mackesy investiga e innova al pensar las alas del ángel: un remolino de dos luminarias, plumas de fuego y deslumbramiento. En todos estos cuadros el ángel no trae solamente un mensaje de palabras y ánimos sino que es un chorro de luz que enciende en el niño lo que puede ser.
El último cuadro de la serie lleva la intervención del ángel más allá. Su título es ‘Child of the Unseen’, ‘Niño de lo invisible’. Mackesy lo pinta en colores sepia. Las alas del ángel son humo que se disipa o una nube que se forma. El ángel ya no solamente comunica o anima, sino que toca el piano. El niño se ha dormido sobre el teclado en el que se esfuerza y es el ángel el que toca. Quizás no ha podido resistir la tentación de producir él mismo la música. Quizás está haciendo sonar en el sueño del niño una melodía. En todo caso, el ángel es aliento y compañero, guarda de niños y jóvenes en los que llama lo mejor que está por surgir de ellos.
- Ángel y cellista, de Charles Mackesy
- El Ángel que sostiene, de Charles Mackesy
- La Anunciación de la Puerta, de Charles Mackesy
- La desesperación femenina, de Charles Mackesy
- La Madre de Pródiga, de Charles Mackesy