Presentamos aquí sencillas propuestas, recogidas de la experiencia personal y envueltas en palabras que también sueñan, para abrazar esta diversidad que nos enriquece. Muchas de nuestras tierras, con su historia tejida de encuentros, tienen la oportunidad de escribir un nuevo capítulo donde la inclusión sea el puente hacia un futuro compartido. Como decía Mario Benedetti: “La humanidad es un asunto pendiente”.
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- Un abrazo de conocimiento mutuo: redes comunitarias habituales (vecinos, compañeros de trabajo, encuentros ocasionales, conversaciones…)
Construyamos puentes entre quienes conocen el camino y quienes comienzan a recorrerlo. Imaginemos ciudadanos que extienden su mano a emigrantes, compartiendo saberes y costumbres. Estos encuentros hay que seguir materializándolos por ejemplo ayudando en los idiomas, asesoramientos desde el saber propio, la experiencia laboral, los actos culturales, deportivos… donde la humanidad se reconozca en el otro. Warsan Shire una gran poeta y activista de origen somalí criada en Londres nos recuerda en “Hogar”, uno de sus poemas sobre las migraciones más conocidos: “A veces la apertura más grande está en un gesto pequeño”. Una llamada a la empatía por quienes han sido forzados a partir. Porque “somos un mar de fueguitos… y cada persona brilla con luz propia entre todas las demás” que diría el gran Eduardo Galeano.
- Simplificar los trámites: abrir puertas sin laberintos
Ofrezcámonos para ayudar e informar por ejemplo en la burocracia para que no sea un muro infranqueable. Ayudemos en los procesos administrativos (muchas veces vehículos de corrupción grande o pequeña) haciéndoselos más claros y accesibles, traducidos en múltiples idiomas.. Con la tecnología como aliada, digitalicemos caminos que eviten colas insufribles. Transparencia y facilidad que alivie las cargas de quienes llegan con sueños. ¡ Los españoles ya hemos sufrido y seguimos padeciendo el “vuelva Ud. mañana” de Larra al que religiosamente completaba Lope de Vega en otro contexto diciendo «¡Mañana le abriremos. Respondía, para lo mismo responder mañana!»
- Trabajo digno: el lugar donde los sueños se hacen obra
Ayudar para que el mercado laboral se convierta en un espacio de bienvenida no manipulado para nadie y menos para los emigrantes. Fomentemos incentivos para empresas que abracen la diversidad, y organicemos oportunidades, ferias de empleo…, que sean inclusivos, acompañando programas de capacitación adaptados a las necesidades reales de los emigrantes y del país. O habilitar, sin sospechas infundadas los que ya traen ellos mismos. Respetando siempre el canto sereno de la dignidad, valor intrínseco de cada ser humano, eco profundo de la verdad de que somos. Es decir, cristianamente hablando : antes que nada, hombres y mujeres amados. Respetar -laboralmente también- la dignidad, que no es un derecho otorgado por méritos ni un logro que se conquista, sino una chispa eterna que habita en lo más profundo de cada persona, única y preciosa.
¡Ojo, empleadores, no todo es meritocracia!, la dignidad es el hilo de oro que une nuestras fragilidades y grandezas, lo que nos hace mirar al otro con reverencia, incluso en su vulnerabilidad. Es como un susurro de Dios que nos recuerda lo esencial : valemos por el simple hecho de ser, sin máscaras ni artificios, incluso en nuestras grietas y desde cualquier origen
- Educación intercultural: el aula como crisol de futuro
Hagamos de las escuelas un espejo de nuestra riqueza cultural. Introduzcamos muchos más programas que celebren la diversidad, (solo hay que mirar, en mi caso, la historia de España) incorporando historias, músicas y tradiciones de quienes hoy también son parte de nosotros. Que los niños crezcan aprendiendo que las diferencias no dividen, sino que suman. Gloria Fuertes ya nos lo advertía: “En todas partes cuecen habas, y en España, a calderadas”, recordándonos que lo común siempre supera lo distinto.
- Vivienda digna: un hogar para cada corazón
Hay un riego escondido en aquello de que “nosotros, los primeros”, dicho por Trump o similares. Pero para que nadie quede a la intemperie del desamparo, la vivienda es reto hermoso e imprescindible para la supervivencia –no solo económica- sino vital. Trabajemos en políticas que garanticen viviendas asequibles -para todos evidentemente- para que el techo no sea un lujo, sino un derecho compartido. Y que los barrios convertidos en guetos no sean fronteras dentro de los muros Ya lo apuntaba Eduardo Galeano: “Los mapas están llenos de líneas imaginarias. Pero esas líneas han quemado millones de vidas reales”.
- Salud universal: sanar cuerpos y almas
Extendamos la mano de la salud pública a todos, sin distinción. Que no solo se ofrezca asistencia médica universal, sino también apoyo psicológico para quienes cargan las cicatrices de un viaje lleno de obstáculos y esperanza. Que nuestros médicos nos miren a todos, a los ojos y no solo a las pantallas o a los papeles. Que lo de atrás no pese aunque como dice Warsan Shire: “Cargar lo que queda atrás es a veces lo único que nos recuerda quiénes somos”. Y que eso no sea precisamente una carga sino un empuje y si lo es, que sea yugo llevadero y ligero
- Celebrar la diversidad: un festival para el encuentro
Que cada región se convierta en un escenario donde las culturas dialoguen y se abracen. Organicemos o participemos en actos cotidianos o esporádicos para que allí, las danzas, los sabores y las historias de todas las latitudes se entrelacen en una fiesta que celebre la humanidad compartida. Donde el cuidado mutuo y el acompañamiento nos hagan una humanidad corresponsable para hacer de la diversidad un enriquecimiento.
Como dijo el poeta argentino Jorge Luis Borges “la diversidad es la condición necesaria para la inteligencia”. Seamos inteligentes, seamos empáticos, seamos humanos. Celebremos nuestra diversidad todos los días.
Conclusión
Este Año Nuevo, hagamos del lugar donde vivamos –Norte o Sur– un hogar donde las fronteras no sean límites, sino puntos de encuentro. Que la integración no sea solo una política, sino una poesía vivida, una promesa de que juntos podemos tejer un futuro más justo, inclusivo y humano. Cada paso dado será una semilla plantada en el suelo fértil de la esperanza de la que todos somos huéspedes y peregrinos. Todos caminantes y romeros…
Como señala el romero zamorano León Felipe “Voy con las riendas tensas y refrenando el vuelo porque no es lo que importa llegar solo ni pronto, sino llegar con todos y a tiempo”.