Antes de un viaje: Uganda, 2023


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Experimento inquietud e ilusión, los dos sentimientos antes de cualquier viaje, más si es a un país africano. Uganda es un típico país de lo que llamamos “tercer mundo”, aunque no de los más atrasados ni en conflicto, pero en casi nada comparable al mundo que conocemos. Ahora nadie habla de “tercer mundo”, se ha sustituido por un eufemismo escondido tras el acrónimo LMICs (low and middle income countries), es decir países con ingresos bajos o medios. Así, bajo apariencia que los hacemos de más, en realidad los hacemos de menos, en tanto que queda suprimida la palabra “mundo”, clave a mi juicio: el tercer mundo no es “otro” mundo, es el nuestro, en el fondo el que se ha construido, en el que todos tenemos un papel y una responsabilidad, en el lugar que ocupamos. Es un lugar común, compartido, de todos, no una simple descripción económica ligada al PIB.



Un mundo de contrastes

Ese mundo se ubica al sur, donde a veces es difícil vivir porque casi todo es precario, donde los servicios públicos de los que dependemos (agua, electricidad, cobertura de móvil e internet, sanidad, educación), no funcionan o lo hacen de forma deficiente; donde la pequeña corrupción, la que afecta a la vida diaria (conseguir un documento, enviar un paquete, circular en coche), suele ser rampante, y donde por lo general hay menos “cosas” para comprar.

Sin embargo, en contraste con los aspectos negativos enumerados, un mundo joven y casi siempre alegre, lleno de hombres y mujeres jóvenes que quieren progresar y mejorar su situación, ansiosos por aprender, por conocer mejores posibilidades. También un mundo donde la vida y la muerte, las circunstancias básicas de la vida, la supervivencia, son más palpables y naturales, más sencillas y espontáneas. Donde al haber menos “cosas”, se valoran mucho más las que se tienen y se consiguen, donde los alimentos poseen más sabor y los olores son más intensos (la ausencia de cualquier olor es una de las cosas más chocantes cuando se vuelve a Europa: África posee aroma, a veces bueno, a veces malo, pero natural). Un mundo con poco asfalto, en contacto directo con la tierra, pegado a la tierra.

Médico general

He visitado como médico varios países africanos, y en concreto Uganda en varias ocasiones, aunque no pude llegar el año pasado, cuando enfermé en el viaje. Por eso afronto esta vez con una cierta inquietud sobre mi salud, con los achaques que van surgiendo con los años. No sólo por lo físico: antes de un viaje así uno se pregunta: ¿qué encontraré? ¿Cómo me encontraré? Al fin y al cabo, todo viaje es una aventura que nos coloca ante nosotros mismos en circunstancias a veces complejas y difíciles, fuera de lo que conocemos y donde nos sentimos confortables. Me pregunto cómo será la actividad médica que realicen el hospital al que me dirijo (Freda Carr Ngora Hospital), un hospital anglicano ya centenario, con el que colabora la ONG británica que me apoya.

Por el momento, primera pastilla para la prevención de la malaria antes de salir de casa, una oración y el deseo de que sean días de aprendizaje y enseñanza, de saber y de sabor, de encuentros y de esperanza. Dudo que pueda compartir relatos desde allí, porque la conexión a internet suele ser precaria, pero haré lo que pueda; o ya a la vuelta.

Recen por los enfermos, los de aquí y los que encontraré, y por quienes les cuidamos.