El protagonismo juvenil es algo muy repetido en este momento, quizás porque se ha perdido frescura en muchos aspectos y hay una desconexión con la juventud en otros muchos. Dentro de la Iglesia, vemos necesaria la figura del joven y poco a poco se está convirtiendo en un mandamiento, algo como “darás más protagonismo al joven dentro de la Iglesia y le acompañarás en su proceso”. Pero cuidado con los mandamientos, porque a veces no se cumplen.
Dar protagonismo significa apostar por la persona joven, ofrecer oportunidades de trabajo digno y establecer un diálogo de igual a igual. A su vez, apostar significa confiar y dar confianza a la persona para que asuma esa responsabilidad, sabiendo que nuestras convicciones juveniles nos pueden llevar a decisiones que desde una edad más adulta se vean innecesarias, absurdas o equivocadas. Aquí es donde entra en juego el acompañamiento y los procesos, para lo que se necesita tiempo, escucha y mucho amor.
La tradición de los movimientos juveniles de Acción Católica y de algún otro, así como muchas asociaciones fuera de la Iglesia, encarna de una manera magnífica ese mandamiento que tanto reclama el mundo y en particular, nuestra comunidad cristiana.
Protagonismo real
Como siempre hablo de lo que vivo, en la JEC el protagonismo juvenil es la clave y la base de nuestro trabajo. Todas las personas encargadas de organizar el movimiento (en diócesis, grupos, a nivel general…) somos jóvenes, porque la evangelización perdería mucho de su sentido si no fuera así. Nosotros y nosotras estamos en medio de nuestro mundo, sería absurdo si otra persona que no vive lo mismo decidiera lo que queremos hacer y de lo que queremos hablar.
Para esto necesitamos un acompañamiento fiel por parte de personas adultas y pastores que nos ayuden a ir dando pasos en nuestros estudios, relaciones y vida, haciéndonos ver que lo que asumimos como militantes y encargados del funcionamiento del movimiento es una vida entregada al servicio, siendo esto fiel imagen de Jesús de Nazaret.
Hacen falta manos
El servicio es una de las claves que nos ayuda a entender con mayor claridad la vida de Jesús. En la sociedad necesitamos personas que vivan el servicio, que sientan su profesión, su participación sociopolítica, su implicación… como un servicio a la humanidad.
El pasado fin de semana, la JEC renovaba su protagonismo juvenil en la diócesis de Madrid y celebrábamos esa alegría en torno al pan y al vino.
Mayte, trabajadora social de 30 años, que durante 4 años ha dado su vida al servicio de la JEC en Madrid: “He podido sentirme reconocida, escuchada, valorada y apoyada… y desde ahí sentirme valiosa para el Reino. Jesús, ha contado hoy con mis manos y mis talentos. Talentos que hoy se me han devuelto duplicados”.
Aire fresco que aporta Teresa, 27 años y ‘profe’ de música: “Es mucho y bueno lo que he recibido sin dar nada a cambio, cuando más lo necesitaba. Por lo tanto, ahora que el movimiento me propone asumir esta responsabilidad, lo entiendo como una oportunidad de devolver una pequeña parte de todo lo que me ha dado, y hago una reflexión sobre el servicio… y entiendo que es una opción de vida, libre y voluntaria, que se toma desde el amor y el agradecimiento.”
Junto a ellas, nombres como Maitane, Raquel, Olga, Ismael, Paula, César, Tomás, Fabio, María Luisa, Miki… encarnan jóvenes protagonistas, que desde su vida quieren estar al servicio de los demás y que algún día alguien apostó y acompañó sus procesos para ser protagonistas de su grupo de vida, su asociación o Consejo de la Juventud.
No hay que crear nada nuevo, solo hace falta apostar, confiar y amar.