Rixio Portillo
Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey

Apuntes con el cardenal Tolentino de Mendoça


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El prefecto para la Cultura y la Educación Católica, en la Santa Sede, José Tolentino De Mendoça, estuvo de visita en México y sostuvo un breve encuentro, el 27 de septiembre pasado, con algunos miembros de la Universidad de Monterrey, — entre los que me encontraba —.



Durante el enriquecido coloquio, el purpurado portugués, con un amplia carrera académica y curial, desde la Biblioteca Apostólica y ahora como primer prefecto tras la reforma de la Curia Romana, en tiempos de Francisco, esbozó algunas ideas con comentarios espontáneos sobre la misión de una universidad católica y los grandes desafíos que enfrenta.

Por ello, me atrevo a señalar algunas de sus ideas, en la rapidez de las notas. Sí me permito colocar sus palabras entre comillas es porque así fueron escritas, con el debido respeto de quien las pronunció. En realidad son unos breves apuntes tomados como un alumno más.

UDEM

El camino y los pasos de la universidad católica

Según el cardenal De Mendoça, “la misión de la universidad consiste en tres pasos; la búsqueda, la inserción y el acompañamiento”.

La búsqueda de respuesta es natural en el ser humano, ávido de los por qué, y en un mundo de fake news, deep fake, y post verdad, la búsqueda de la ciencia es más que nunca necesaria.

Por eso, la invitación de “mantener viva las preguntas”, en un mundo y en “un momento en el que el conocimiento se está complejizando, por lo que puede jugar un nuevo papel en la historia”, señaló el cardenal.

El segundo paso es la inserción, la realidad inmanente de lo concreto, en palabras del papa Francisco “la realidad es superior a la idea”, a partir de los desafíos sociales, éticos y técnicos, de la sociedad de hoy.

Ante una pregunta, — realizada por el suscrito —, sobre el discurso pronunciado por el Santo Padre en Bélgica, en el que habló del cansancio espiritual y el razonamiento sin alma, el purpurado indicó la dimensión de apertura, estar abiertos en el trabajo y en el estudio, acciones propias de una universidad; “no tener miedo de ensuciarse las manos. Quién no se quiere ensuciar las manos, perderá la mano”, en esa sensibilidad de tocar las heridas de los demás.

Por tanto, la realidad es el entorno concreto compartido con el otro, y aunque el célebre filósofo francés, Jean-Paul Sartre dijo: “el infierno son los otros”, para De Mendoça, “los otros también pueden significar el paraíso”.

El legado de papa Francisco en Laudato Si’ y la Fratelli Tutti

En este ámbito, el prefecto de educación vaticano se refirió al tema de la fraternidad, con la Fratelli Tutti, señalando que los ideales que acompañan el principio de hermandad, como la libertad y la igualdad, están enmarcados en la legislación, sin embargo, no hay una ley sobre la fraternidad, porque no es una actitud que deriva de una simple norma.

“Para la fraternidad no existe una ley. Se aprende a ser hermano. La socialización en la Biblia se abre con un fratricidio, la fraternidad no es un hecho automático, es una construcción”, indicó.

Por último, desde la fraternidad es posible abordar el siguiente paso de la misión de la universidad católica, el acompañamiento, ya que esa realidad con la tecnología y las pugnas ideológicas exigen “nuevos modelos de relacionalidad, nuevas formas de pensamiento, para buscar más armonía, ser más polimorfos en el pensamiento, y no unidireccional”, dijo.

El ejemplo específico es que hoy en día, el conocimiento no es único de una sola profesión. Los abogados necesitan de la técnica; los ingenieros del humanismo y las ciencias sociales; y las ciencias humanas del derecho, en la denominada trans e interdisciplinariedad.

Todo esto, a través de una visión de sistema, según la misma lógica de la encíclica verde del papa Francisco, por eso, el cardenal De Mendoça precisó que desde el sistema puede hacerse “una contribución, en diálogo con la ciencia moderna, — es la visión sistémica en la Laudato si —, que parte del ser humano y la voz de la casa común”, una articulación desde el principio de todo está conectado.

Por último, el purpurado vaticano se refirió a la humildad y al silencio en esos espacios necesarios en la universidad, más allá de lo frenético del ritmo académico. Lugares en los que “la fe pueda ser la reserva del silencio”, “silencio para ver mejor a los otros, escucharlos mejor y tocar la vida de los demás”, ideas con las que finalizó sus palabras en la UDEM.


Por Rixio G Portillo R.. Profesor de la Universidad de Monterrey.

Foto: Comunicaciones UDEM