Ianire Angulo Ordorika
Profesora de la Facultad de Teología de la Universidad Loyola

Bendito caos


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No suelo ser yo demasiado gafe con esto de los viajes, pero alguna vez tenia que suceder. El otro día cancelaron mi vuelo de regreso a Granada desde Roma y estuve inmersa en un caos divertido, donde un número bastante interesante de personas compartíamos el desconcierto, la búsqueda de soluciones y la desinformación típica de estos casos. Justo unos días antes, en el simposio de religiosas teólogas organizado por la UISG, la hermana Antonietta Papa nos había compartido su experiencia en una comunidad intercongregacional en Lampedusa y, en medio de su testimonio, comentó que el caos es siempre creativo y generador de vida. Esta afirmación, que para quienes somos de Biblia nos remite inevitablemente a ese “caos informe” del que habla el relato del Génesis y que precede al acto creador desde Dios (Gn 1,1), adquirió su sentido más pleno en esas horas de desconcierto. 



Cuidado y protección mutua

En medio del caos, cuando nadie sabía muy bien qué hacer, cómo solucionar los problemas y qué medidas tomar para que la compañía aérea asumiera la situación, cada uno iba aportando lo que podía según la información que iba adquiriendo por un lado o por otro. Como decía la hermana Antonietta, de la situación más caótica puede brotar la vida, la solidaridad, la creatividad y la búsqueda conjunta del bien común.  Ninguno de nosotros hubiéramos deseado encontrarnos en esta situación, pero el tipo de vínculos que se han establecido entre todos de cuidado y protección mutua no hubieran surgido de no habernos encontrado en esta situación. 

maleta aeropuerto

Nos suele gustar tener todo seguro y nos asusta la incomodidad de lo que no controlamos, de aquello que se escapa de nuestras previsiones, pero estas situaciones también pueden convertirse en oportunidades propicias para dejar que brote lo nuevo y para encontrarnos unos con otros desde la mutua fragilidad… aunque lleguemos un día más tarde a nuestro destino.