No estaban ni a mitad de mes y ya había agotado su paga, no le daban más. Imploró a sus padres que le incrementaran el dinero que recibía, pero ellos le explicaron amablemente que su presupuesto no llegaba a más, que sus salarios solamente les permitían repartir lo reservado al ocio entre los varios hermanos que tenían, y esa cantidad era lo que les correspondía a cada uno de ellos, no podían estirar más el dinero mensual que entraba en la casa.
- Consulta la revista gratis solo hasta el 30 de junio: suscríbete ahora con un 20% de descuento
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
- LEE Y DESCARGA: ‘Un plan para resucitar’, la meditación del papa Francisco para Vida Nueva (PDF)
- Toda la actualidad de la Iglesia sobre el coronavirus, al detalle
Él observó a su hermana y a su hermano. Recibían lo mismo, lo tenía claro, sus padres no hacían distingos entre ellos. Sin embargo ellos no tenían el problema que tenía él, llegaban bien a final de mes y salían tanto como él. Algo había que no funcionaba, que no marchaba bien, parecían felices mientras que él con la misma paga siempre andaba apurado y descontento. Decidió hablarlo con ellos, preguntarles dónde radicaba la diferencia.
Su hermana mayor estudiaba economía y cuando le escuchó, le propuso hacer un análisis objetivo viendo los gastos que había tenido durante el último mes, dónde, cuándo y cuánto se había gastado, para poder compararlo con lo que ella misma había hecho. Vieron que por cada salida similar, él se había gastado más dinero que ella. De una manera sistemática, para las mismas actividades él tenía desembolsos superiores y, en ocasiones, gastaba cuando ella no necesitaba hacerlo.
Cuando ella le preguntó por qué, él argumentó que era el que menos gastaba de todos los amigos, que tenía que ir siempre escatimando porque su asignación era la más baja de todos quienes le acompañaban. Tal vez ahí esté la cuestión, le dijo su hermana. Si tus amigos tienen un nivel económico superior al tuyo, gastan habitualmente una cantidad superior a la que tú te puedes gastar.
¿Y qué puedo hacer? Preguntó él al constatar la certeza del análisis. Tienes tres posibilidades, le dijo ella con cariño, o bien ponerte a trabajar para obtener los ingresos necesarios para seguir saliendo con ellos, o bien limitar el número de veces que te juntas con ellos, o bien cambiar de amigos y buscar algunos que tengan un nivel económico similar al tuyo. Eso es lo que hacemos tus hermanos, por eso podemos pasarlo muy bien gastando mucho menos…