En mis clases, en las conferencias que imparto por muchos lugares de nuestra geografía, intento mostrar la posibilidad real de cambiar el paradigma económico. El diccionario de la Real Academia de la Lengua define el paradigma como: “Teoría o conjunto de teorías cuyo núcleo central se acepta sin cuestionar y que suministra la base y modelo para resolver problemas y avanzar en el conocimiento”.
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El actual paradigma en el que nos encontramos es un paradigma que yo denomino economicista porque pone la economía por encima de todo y subordina cualquier realidad a los objetivos económicos. Esta manera de entender la economía se basa en la necesidad de lograr el crecimiento económico, en el comportamiento racional de las personas que buscan maximizar su bienestar y en el objetivo principal de las empresas de maximizar sus beneficios.
Y todo ello se acepta como una verdad incuestionable, como algo que está en la base de toda la ciencia económica, de modo que se utiliza tanto para resolver los problemas que se nos plantean, como para construir los modelos sobre los que trabajamos y que nos permiten avanzar en la ciencia económica.
Cuando afirmo (junto con otros economistas) que nos encontramos ante un paradigma que no es el único, que podemos construir otro paradigma, gran parte de la audiencia me dice que es imposible, que no se puede conseguir, que es muy difícil, que es utópico (de esto hablaré la próxima semana). Dicen que se pueden hacer cosas pero sin renunciar al crecimiento económico o al bienestar de las personas tal y como lo entendemos ahora. O bien afirman que la empresa por naturaleza busca el máximo beneficio para sus propietarios y que la que no lo hace no es realmente una empresa.
Una visión minoritaria
Siguen sin salir del paradigma, sin atreverse a mirar la realidad desde otro prisma, sin darse cuenta de que, porque una idea sea la mayoritaria no tiene por qué ser la mejor, ni excluye que haya otras más acertadas… Por eso entran en argumentos clásicos cuando aparece una minoría que se atreve a mirar lo que sucede desde otro prisma: es muy difícil, no se puede cambiar nada, las cosas van de otra manera, no hay que esforzarse en algo que es minoritario.
Cambiar el paradigma es algo propio de minorías que tienen vocación de mayoría, que saben que cualquier idea que intenta mejorar la sociedad es por naturaleza minoritaria y después pasa a ser mayoritaria. Necesitamos de esa clase de minorías que tienen vocación de mayoría, que son capaces de soñar con que las cosas pueden ser de otra manera para ponerse a trabajar en pos de esa realidad diferente y mejor.