El otro día, cuando presenté mi último libro, me preguntaron que si podíamos decir que el capitalismo es el mejor sistema económico posible. Como siempre sucede con esta clase de preguntas hay una trampa en ellas que tenemos que tener en cuenta y sin la que no podemos contestar. Porque lo importante en ellas no es tanto el concepto de capitalismo sino el concepto de mejor, es decir ¿Qué es lo mejor?
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Detrás de lo mejor hay siempre un paradigma, unas creencias, una manera de concebir la realidad que es la que nos lleva a decir que una cosa es o no mejor. Es lo que Jordan B. Peterson denomina un “mapa de sentido” y comprende todas las creencias que dan sentido a nuestra manera de vivir y a las opciones que llevamos adelante.
La economía ortodoxa piensa que el crecimiento económico es aquello que da sentido a la economía y que el “mejor” sistema económico es aquel que conlleva un crecimiento económico más elevado. Si lo miramos únicamente con este prisma, podríamos concluir que el sistema capitalista es el mejor existente, porque analizada nuestra experiencia histórica, es el que más crecimiento económico ha generado a lo largo de la historia.
Sin embargo, esta visión deja de lado otros aspectos que algunos consideramos importantes como es la distribución de las rentas que se genera. Consideramos que un sistema económico debe lograr que todas las personas tengan al menos lo suficiente para vivir. También le damos importancia al cuidado de la creación, por ello preferimos sistemas que garanticen la sostenibilidad, entendida esta como que las posibilidades de cultivar nuestra tierra y hacerla fructificar en la actualidad no reduzcan las que tendrán nuestros descendientes.
Por ello, la discusión debe superar el tema de si el capitalismo es o no el mejor para hablar sobre qué consideramos mejor desde el punto de vista económico y qué consideramos como indeseable desde esta mirada. Esto significa hablar sobre el paradigma económico, conversar sobre la posibilidad de replantear el mapa de sentido de la economía, plantear la necesidad de cambiar nuestro paradigma económico.