El partido
El 29 de julio de 2022 la política alicantina Macarena Olona, tras haberse presentado por Vox a la presidencia de la Junta de Andalucía, anunciaba su retiro de la vida política. Señalaba que la causa para hacerlo eran motivos de salud, en concreto un problema de tiroides. Ahora, tras pelear incluso con el Ministerio del Interior, se presenta a las elecciones general con una nueva formación política: Caminando Juntos. Un nombre que remite a la sinodalidad y que podría servir para una JMJ, una sesión de autoayuda o un campamento parroquial. Ella misma lo anunciaba llorando de emoción en redes sociales el pasado 8 de junio. Un reconocimiento ‘in extremis’ por el que llevaba luchando públicamente desde el 31 de mayo.
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La propuesta de Olona trata de distanciarse de Vox; aunque su mejor baza es la falta de alineamiento con el sector más duro de la formación, el que representan especialmente Iván Espinosa de los Monteros y Rocío Monasterio –figuras políticas que con su vínculo con cierta entidad secretra y su extraño tradicionalismo se comprenden mucho mejor–. Como ocurre en España con los partidos de derechas, la tensión entre lo liberal –en el sentido meramente económico del término– y lo conservador –en el sentido más político del término– nunca termina de resolverse y una tendencia acaba por fagocitar a la otra. En el Vox de los últimos años se ha impuesto ese corriente –la que considera al Papa el “ciudadano Bergoglio” y ha logrado que se ridiculicen, por ejemplo, el apoyo a la familia o a la maternidad– a la que Olona tampoco parece ser alternativa ya que de su proyecto por el momento solo se anuncian sensaciones poco concretas. Tampoco en este sentido el PP se define claramente como una propuesta de derechas alternativa a Vox –la estrategia solo se fundamenta al parecer exclusivamente en el voto útil–.
Y en este sentido, tanto derechas como izquierdas juegan con el papel de la religión que no parece encontrar acomodo más allá del utilitarismo o en la caricatura en los que se ha instalado en España desde los tiempos de la herencia difícil de gestionar del nacionalcatolicismo. El papel de la Iglesia en campaña pasa de la indiferencia más palmaria a ser arma arrojadiza de trazo grueso. Y es que en los discursos de campaña no hay matices y una imagen reduccionista de la institución eclesial acude al primer plano pasando incluso por encima de los sentimientos de los creyentes. Por eso surgen partidos de difícil definición como el de Olona, a pesar de que este, en concreto, cuente con un barniz de espiritualidad. Expliquemos esto último.
La catedral
Parece que parte del origen de esta nueva propuesta política está en Panamá, ante un paso procesional del Santiago Apóstol de la Catedral de Santa María la Antigua de la capital del país centroamericano. Tras la campaña de las elecciones andaluzas y el anuncio de su marcha de la política activa, la que fuera portavoz parlamentaria de Vox viajó a Panamá tras la muerte, a los 63 años, de su padre, Pablo Olona Cabasés, que falleció el 6 de marzo de 2022. Aunque su relación se había roto hace décadas y como empresario había pasado por la cárcel y todo, la política se desplazó para cumplir la voluntad de Olona Cabasés de ser enterrado junto a sus padres en Lérida.
En esas estaba Olona hija cuando el 22 de agosto acudió a la catedral e hizo la promesa de realizar el Camino de Santiago. “Pensé que viajaba a Panamá por mi padre, para despedirle después de haber fallecido. No sabía todo lo que me estaba esperando a mí”, tuiteaba entonces no sin cierta épica. La casualidad le llevó a coincidir con algunos artistas españoles que habían realizado trabajos para la catedral y al mercedario castellonense Javier Mañas. También relata que conoció al arzobispo José Domingo Ulloa. A estos encuentros se suma el que tiene con Ricardo Gago Salinero, gallego afincado en Panamá y embajador allí del Camino de Santiago quien le acompañó ante la imagen del santo a la catedral. “Con Ricardo me postré a los pies del santo Apóstol Santiago, patrón de España, que ha guiado mis siguientes pasos” escribió entonces. Ya había solicitado una excedencia de cuatro meses de su puesto como abogada del estado tras haber sido baja de la política activa. Prometió entonces peregrinar a Santiago.
Mañas contó a la prensa española que la de Olona a la Iglesia de la Merced “fue una visita de tranquilidad, de encuentro, ella buscaba algo interior, lo que te puede dar la fe en un momento determinado”. “Estuvimos hablando de ciertas cosas personales, de cosas de fe, pero nada más”, contaba el religioso a El Español.
El camino
La cita para cumplir la promesa fue La Posada de La Casona de Sarria (Lugo) el 29 de agosto a las 7:30 h. de la mañana. “A todos los que queráis recorrerlo, será un placer que lo hagamos juntos. Yo me haré cargo del gasto si la dificultad para no hacerlo es económica”, invitaba desde sus redes sociales. La caminata de este tramo clásico del camino francés –sus últimos 127 kilómetros– se prolongaría hasta el 2 de septiembre a las puertas del nuevo curso político. “Con cada mensaje, palabra de aliento, abrazo, estáis marcando mis pasos. Voy de vuestra mano. Camino a vuestro lado. Donde quiero estar”, respondía a los apoyos de los tuiteros más cercanos.
Olona acabó su camino acudiendo a la misa del peregrino en la catedral compostelana. La experiencia jacobea, dicen algunos de sus acompañantes, le ha ayudado a curar las “heridas del alma” tratando de hablar lo menos posible de política durante el recorrido. Por ello, ha reivindicado la experiencia como un espacio de “reflexión, fe e intimidad” en la que contemplar que “el amor vence siempre, tal y como Cristo vence”. En cuanto a lo penitencial, la política llevaba su fracaso andaluz y su abrupta salida de Vox –partido que en llenar el vacío de Olona lleva su propia penitencia–.
Algunos simpatizantes acompañaron a la política alicantina que poco después volvería a Panamá y participaría en un acto con motivo del 500 aniversario de la fundación de la Orden de la Merced. Allí se presentó como una embajadora y divulgadora del arte de los imagineros andaluces. A medida que iba estrenando camisetas con frases patrióticas participaba en otros actos de los grupos culturales promovidos por los inmigrantes españoles en el país centroamericano. Tanto es así que incluso estableció una sede de cara al proyecto político que ahora se ha conocido como expresión de la hispanidad.
En estos meses, con peregrinaje a Santiago y a Panamá, se ha ido fraguando su proyecto alternativo –a Vox y a lo que se tercie, al parecer–. Por mucho apoyo de los medios públicos o cercanos a Pedro Sánchez que parece tener este proyecto político es muy plausible que Olona –como Irene Montero– no vuelva a sentarse en el arco parlamentario. En tiempo de la política de las polarizaciones, de los populismos y la posverdad parece que estamos lejos de recuperar la confianza en los servidores público y en los grandes proyectos como los inspirados en tiempos de utopías o evangelio encarnado. Habrá, al menos, que esperar que escampe o, a lo más, despertar del sueño de la indiferencia y empezar a construir el bien común.