Recién ha iniciado el Proceso Sinodal ‘Por una Iglesia sinodal: comunión, participación, misión‘. Tres pilares a decir del Papa, y que para todo bautizado significan un enorme desafío y una gran oportunidad. Me atrevo a releer su mensaje a la diócesis romana, repensando sus palabras desde el liderazgo político.
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El Proceso sinodal desea poner en marcha un dinamismo de escucha mutua, a todos los niveles de la Iglesia, implicando a todo el pueblo de Dios. Sabemos de los esfuerzos de algunas iglesias locales por llegar “a las bases” y promover encuentros de escucha en todas las parroquias, con las asociaciones y movimientos. En algunas diócesis la Iglesia también se ha abierto a dialogar con la ciudad y sus múltiples actores.
Vivir la sinodalidad desde la política
Dinamismo de escucha: “Hablarse entre sí y escucharse entre sí”, con franqueza, con serenidad. Si este dinamismo hará mucho bien a la Iglesia, cuánto bien podría hacer también a la sociedad si los católicos que han sentido la vocación política y han respondido a ella, pudieran crear y recrear ámbitos para hablarse y escucharse, desde sus distintas experiencias y expectativas. “Se trata de –juntos– escuchar al Espíritu Santo” dice el papa Francisco a la Iglesia en dinamismo sinodal. Urgencia ineludible para quien se compromete en la cosa pública.
“La sinodalidad expresa la naturaleza de la Iglesia, su forma, su estilo, su misión”. ¿Acaso no es este “caminar juntos” la llamada del cristiano en política? Un caminar juntos por el bien de todos y con todos, que exige una mirada redimida que no vea adversarios sino hermanos, que sepa distinguir las semillas del Verbo Divino en las intuiciones de los demás y sus partidos, que cree en el paciente labrar del artesano del diálogo y de la paz.
Claves para entender la sinodalidad
En este caminar juntos “todos son protagonistas”, dice el Papa, y es necesario considerar a los ministerios como auténticos servicios. Y recordar que la autoridad surge de “escuchar la voz de Dios y del pueblo” al que el católico en política ha de prestar su “servicio de la caridad y de la fe”.
Me llama la atención que entre las palabras clave que el Papa indica estén la inquietud interior y la crisis. Toda persona con responsabilidades hacia otros las conoce bien, las sufre, las soporta. Pero no sé cuántos logren ver a la inquietud interior y la crisis como “clave” en sus procesos.
La inquietud interior nace, dice Papa Francisco, “de la propia fe e invita a plantearse qué es lo mejor que se puede hacer, qué se debe mantener o cambiar”. Sin duda él se refiere a la Iglesia, pero creo a todos, al leerla, nos resuene en nuestra propia cotidianidad.
También cuanto el papa Francisco dice, refiriéndose a Pedro y Pablo, puede muy bien aplicarse a cada bautizado y en modo particular a quien presta un servicio directo al bien común, a través de un puesto político o de administración pública. Hemos de ser personas “capaces de repensarse en relación a lo que sucede, testigos de un impulso que los pone en crisis (…), que los empuja a atreverse, a cuestionar, a reconsiderar, a equivocarse y a aprender de ello, sobre todo a esperar a pesar de las dificultades. Son discípulos del Espíritu Santo, que les hace descubrir la geografía de la salvación divina, abriendo puertas y ventanas, derribando muros, rompiendo cadenas, liberando fronteras. Entonces puede ser necesario salir, cambiar de dirección, superar las convicciones que nos frenan y nos impiden avanzar y caminar juntos”.
Todo un programa de acción: salir, cambiar de dirección, superar las convicciones que nos frenan y nos impiden avanzar y… caminar juntos.
Se hace referencia al discurso del santo padre francisco a los fieles de la diócesis de roma, Sábado, 18 de septiembre de 2021.
Por Úrsula Longi. Focolarina, laica consagrada del Movimiento de los Focolares (Obra de María) y miembro de la Academia Latinoamericana de Líderes Católicos