José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

Caminar juntos


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MIÉRCOLES

Aunque en noviembre le nombraron sucesor, todavía no ha hecho la mudanza del despacho. Nadie se atreve a acusar de ‘okupa’ a un emérito por no dejarle en evidencia. Pero aferrarse a la mesa y a la silla no es de recibo.



JUEVES

Vingegaard y Pogacar. Rivales en el Tour. A cuatro jornadas del final. Tras una curva, el primero salva una caída de chiripa. Dos kilómetros después, el otro corredor no la puede evitar. Se levanta con algunos raspones, se sube a su bici y continúa. Vingegaard se da cuenta de que se ha quedado solo de repente. Pero no aprovecha el error del otro para sacar ventaja.

Quizá porque, un minuto antes, se vio en el mismo abismo. Quizá. Lo cierto es que no aceleró. Esperó a su compañero y ambos continuaron la carrera. Y retomaron la competición de igual a igual. Lo de menos es quién se quedó con el maillot amarillo. Caminar juntos.

Tour de Francia

VIERNES

Consejo editorial. Preocupación por el hecho de que la sinodalidad y sus términos complementarios pasen a formar parte del vocabulario homilético recurrente, vacío en fondo, pero impoluto en forma. “Ahora todo es sinodalidad”.

SÁBADO

El cardenal Blázquez se despide de Valladolid. Lo sigo desde la distancia. “El Señor me ha hecho su amigo”. Así resume su trayectoria, que no termina. Tiene planes de jubilación en Ávila: “Ser emérito no significa pasar las horas y los días de brazos cruzados”. Aplauso de los que resuenan hondo y largo al terminar la homilía.

Su sucesor y amigo, Luis Argüello, le regala un móvil y un reloj. El primer ‘telefonino’ del purpurado, que ha pasado de puntillas por su presidencia del Episcopado y su ministerio castellano sin que un mensaje de WhatsApp le haya aturdido su templada existencia. Sobre el cronógrafo, el nuevo arzobispo hace su propia lectura, nada desdeñable: “Según el momento de la vida, los segundos y los minutos tienen una anchura diferente”.

MARTES

Dándole vueltas a la Peregrinación Europea de Jóvenes. No he sido capaz de encontrar en el grupo de jóvenes más dispuestos quienes se sumen a la principal convocatoria eclesial de estos años. Algunos obispos comienzan a dejar de estar deslumbrados por los cantos y las adoraciones, porque ven que aquello no va a acompañado de vida en la parroquia, sino al margen, que no en las periferias.

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