Es el mejor discurso contra el aborto que he escuchado en años, y el que no se citó para nada el aborto. Pero tampoco se habló en tono apocalíptico de la defensa de la vida, de la importancia familia, del cuidado de los hijos, del valor de la paternidad o de la discapacidad.
Y todo eso, y aun más, estuvo en el discurso de Jesús Vidal, Goya al actor revelación por su papel en Campeones, una película sin moralinas que nos confronta con el mundo de la discapacidad para que cada cual analice, si quiere, hasta qué punto participa de los prejuicios todavía muy extendidos hacia estas personas.
Un discurso que hizo llorar a quienes defienden en otras ocasiones el aborto con una frivolidad que no resistiría la mirada de ese atípico equipo de baloncesto que retrata la película, o que se escandalizan cuando la Iglesia habla de estos temas.
Quizás ahí esté la clave: cómo contamos, narramos, filmamos, cantamos… lo que Jesús Vidal soltó a borbotones sin que nadie tuviese la sensación de que aquel nudo en la garganta se debía a un sermón.
Lo mismo sucede con los abusos sexuales. Se descalifica el documental Examen de conciencia y se despliega un argumentario para ello. Está bien. Pero, más allá de subrayar los déficits o tics que cada uno quiera ver en esa serie, aún no he oído que nadie, desde dentro de la Iglesia, y no le faltan especialistas, proponga filmar ese examen de conciencia libre de esos tics que ahora molestan.
Y lo tendrían bien fácil. Lo mismo que emprender esos mismos reportajes de investigación en los potentes medios eclesiales sin que nadie pudiera ya escudarse en que se escudriñan las sacristías pero no las familias o colegios. Por no decir en los vestuarios. Y no será porque la Iglesia no cuente con un gran banquillo periodístico.