El papa Francisco anunció la creación de nuevos cardenales para el mes de septiembre y como ya es costumbre, de entre los nombres honoríficos de prelados eméritos, incluye a un latinoamericano.
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Diego Rafael Padrón Sánchez es arzobispo emérito de Cumaná, en el oriente venezolano, y durante dos períodos sirvió como presidente de la Conferencia Episcopal, así como representante en el Consejo Episcopal Latinoamericano para la formación y la catequesis.
En lo personal, el cardenal nombrado, Diego Padrón, es uno de mis célebres lectores, lo que significa un gran compromiso en ser lo más certero posible. Honrado siempre de recibir las notificaciones en mi blog y otras aplicaciones de difusión de los textos, cuando los lee.
Maestro y demócrata
Muchos son los aspectos que valdrían la pena resaltar del nuevo cardenal venezolano pero es preciso destacar principalmente su celo por la educación y la democracia, ambos signos distintivos de su servicio a la Iglesia.
En el campo de la educación, la promoción de importantes iniciativas en el oriente del país, para acercar la educación superior de calidad a los jóvenes. En mi servicio a la Universidad Católica Cecilio Acosta fui testigo de su empeño en llevar educación universitaria a Maturín y Cumaná. Los miles de egresados en el occidente venezolano le deben al cardenal Padrón su esfuerzo educativo.
En relación a la democracia su empeño fue mayormente visible entre los años 2012 y 2018, cuando estuvo al frente del episcopado venezolano.
El año 2012 presentaba un disyuntiva en el seno de los obispos ante el proyecto político de continuidad en el poder de Hugo Chávez. La elección de la directiva de la presidencia era crucial para enfrentar las pretensiones antidemocráticas, y fue cuando surgió el nombre de Diego Padrón.
En 2015, el panorama era distinto, ya sin Chávez, la conflictividad planteaba un escenario diferente, y Padron tenía la edad para pasar a retiro. Sin embargo, cuando los obispos estaban reunidos en la Asamblea del mes de enero, el cardenal Jorge Urosa indicó que la Santa Sede había concedido unos años más a Diego Padrón, en Cumaná, abriendo el paso para una nueva elección, por parte de los obispos.
Por la credibilidad de los obispos
Los años siguientes fueron los más álgidos de la relación Venezuela – Santa Sede. El episodio del diálogo del año 2016, tuvo como uno de los principales intérpretes a Padrón, en el que también participó el nombrado cardenal, en el mismo consistorio, Emil Paul Tscherrig, delegado a la mesa de diálogo, sin embargo, luego el mismo Vaticano, modificó a su representante con Claudio Maria Celli.
En lo convulso de la situación, el cardenal Padrón nunca cedió ante las provocaciones, siempre consecuente con la causa democrática y con la altura moral para poder mantener en primer lugar la credibilidad y liderazgo del episcopado, ante la opinión pública.
Muestra de su coherencia democrática fue como explicó en una entrevista exclusiva, publicada en el libro El Vaticano en la encrucijada venezolana (2018), los detalles de por qué fracasó la facilitación de la Santa Sede. Con total libertad recibió las preguntas y con todo detalle ofreció sus respuestas.
Demócrata, catequista, educador, son las palabras que resumen su fecundo servicio a Venezuela. Discípulo del civismo y defensor de la causa libertaria en uno de los momentos más oscuros de la historia contemporánea, sin duda alguna, una birreta por y para la libertad democrática de América Latina.
Por Rixio Gerardo Portillo Ríos. Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey.