El pasado 2 de abril, Francisco nos escribió a todos los jóvenes y a todo el Pueblo de Dios una exhortación apostólica –’Christus vivit’–, que quiere decir, una carta que el Papa escribe a todos las personas jóvenes y a todo el mundo que quiera leerla, para establecer las líneas y la dirección en lo que del trabajo con juventud dentro de la Iglesia se trata.
Es una carta que muestra una cercanía inmensa, que rompe esquemas y modos de hacer históricos y que ha contado con muchas voces (jóvenes de todo el mundo, creyentes y no) para elaborarla, desde el primer cuestionario que hace ya 2 años nos llegó.
Un documento propositivo que analiza las muchas juventudes actuales y que lanza propuestas sin miedo, muy lejos de lo que se viene haciendo.
No hay fórmulas mágicas
Se quiere dar un protagonismo clave a la juventud, lo que es necesario e inmediato. Aunque, para no desilusionar a alguno, he de decir que nosotros no tenemos una fórmula mágica que nos marque cómo llegar a otros jóvenes que tienen nuestra sensibilidad eclesial y despertar en ellos la inquietud social para unir fe y vida; o llegar a jóvenes que tienen sensibilidad social y conectarla con una fe dormida, abandonada o poco cultivada.
Sí hay un mensaje claro
Tenemos el mensaje más potente, la construcción de un Reino que se basa en la compasión y que nos llevará a la justicia y a la solidaridad mundial. Nos falta adaptar la forma de contarlo, cambiar nuestro lenguaje, que no gusta y que huele a “rancio”. Que no conecta con nuestra vida ni está presente en la sociedad.
Yo no me siento cercano a discursos que no tienen en cuenta a la gran comunidad diversa que seguimos a Jesús, y aglutinan en una sola forma y de una misma manera a todas las personas creyentes.
Además: “No queremos ver una Iglesia callada y tímida, pero tampoco que esté siempre en guerra por dos o tres temas que la obsesionan… recuperar la humildad y escuchar, reconocer en los demás alguna luz que ayude a descubrir mejor el Evangelio. Una Iglesia a la defensiva que pierde la humildad, que deja de escuchar, que no permite que la cuestionen, pierde la juventud… Aunque tenga la verdad del Evangelio, eso no significa que la haya comprendido plenamente”. Recadito para quien lo quiera.
Gracias Francisco por mojarte en tantos temas y por ser valiente al afrontar la realidad. Aunque crea que todavía falta bastante para llegar a lo que considero justo y acorde a los retos de la sociedad actual, estamos esperándote, porque como manifiestas en tu deseo final de la carta que nos diriges… serás feliz viéndonos correr más rápido que los lentos y temerosos.