Un guardia civil declaró que “solo se oían los gritos en plena noche”. Unas 90 personas a bordo del cayuco llamado 190M llevaban seis días navegando, los dos últimos sin comida ni agua. A cuatro millas de la isla de El Hierro, pidieron auxilio a la una y media de la madrugada del sábado 28 de septiembre. Muchos habían bebido agua de mar y, con la razón nublada, escoraron la nave y el agua entró. El salvamento vio cómo el cayuco naufragaba. Salvaron a 27, recuperaron nueve cadáveres y alrededor de medio centenar fueron tragados por el abismo. Dos días después, tres barcos siguen todavía buscando cadáveres y se rastrea la costa esperando sus cuerpos.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
A nuestro alrededor hay una parte del mundo que grita, pero para nosotros están en la noche, donde no ponemos luz, atención ni cámaras. No queremos ver la destrucción, las injusticias y las desolaciones de la gente. Tan solo oímos de vez en cuando los gritos en la noche rompiendo el silencio de nuestra cómplice ignorancia. Gran parte de las criaturas y pueblos del planeta son vidas eclipsadas.
Y hay otro silencio que es solidario y compasivo, se moviliza, denuncia, y ese silencio es revolucionario, porque grita en la oscuridad de Occidente que hay una dignidad infinita, que todos somos responsables de toda vida humana.
Personas con código
Lunes 30 de septiembre, siete de la tarde. Se entierra a tres de las víctimas sin nombre. En las lápidas, solo un código: son las personas 32, 33 y 36. Medio centenar de vecinos ha creado espontáneamente una lista de WhatsApp en la que se avisan para acompañar los enterramientos de estos seres humanos desconocidos a los que sienten como hermanos. Durante el sepelio, dice un testigo que había un profundo silencio y solo se oía caer lágrimas.