Cerca está el Señor


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Muchas mañanas, camino del hospital, tarareo esa canción religiosa, las estrofas que dicen que el Señor está “en el anciano en su vejez, en el hospital junto al enfermo”. Ayuda mucho pensar que, en lugares difíciles, donde hay enfermedad, limitaciones y muerte, ahí es donde podemos encontrarnos con Él.



No siempre es fácil y mucho menos gratificante el ejercicio de la medicina: ancianos que se atragantan y desarrollan neumonías, incapaces de expresarse, de colaborar en la exploración. A veces solos, sin familiares que aboguen por ellos, que los cuiden. Sin perspectivas de mejora, requiriendo un gran esfuerzo por parte de cuidadores, del personal sanitario.

Está con ellos

Sin embargo, en ellos está el Señor. Eso exige que replanteemos nuestra estrategia y nos concentremos en evitar sufrimientos, en el alivio de síntomas concretos, en el apoyo a los familiares. Nos obliga a pensar qué haríamos y cómo lo haríamos si esa persona fuera nuestra madre anciana o nuestro padre enfermo. En último término, ¿cómo querré que me traten a mí cuando esté en parecida situación de necesidad?

Médico general

Buscar el sentido y la presencia del Señor en el día a día del hospital, en las personas que salen a nuestro encuentro, ayudar en lo que se pueda. No veo otro objetivo en los años de vida profesional que me quedan, así como intentar transmitir esa actitud a los médicos en formación que me acompañen. Basado siempre en la profesionalidad y la capacitación continua, dado que el primer servicio que debemos prestar a un paciente es un diagnóstico correcto y el mejor tratamiento posible, según los conocimientos científicos de cada momento; siendo conscientes de los medios que manejamos, tanto diagnósticos como terapéuticos; evitando hacer daño con ellos, con un uso inadecuado que pueda exponer a efectos adversos –ningún medicamento es un caramelo de menta, es el mantra que repito a pacientes y médicos en formación–, o a empeorar los gastos de un sobrecargado sistema sanitario.

Y ahí estamos, en el pro-seguimiento de Jesús, en el hospital o donde toque en cada momento. Recen por los enfermos, por quienes del cuidamos y por este país.