Certeza


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Certeza es conocimiento firme de que algo es verdadero. También le llamamos convicción. En un mundo poblado de exageraciones, propaganda, falacias de pensamiento, ideologías contradictorias, líderes con agendas ocultas e instituciones corrompidas, pocas cosas se antojan más importantes que contar con algunas certezas que nos ayuden a darle rumbo a nuestra existencia.

Pero el asunto no es tan fácil, ante las dudas de muchos, vender convicciones es un negocio muy lucrativo. Y por ello los demagogos, chamanes y expertos exprés tienen tanto éxito en estos días. Pero algunos no mordemos el anzuelo, así que nos refugiamos en el terreno de lo personal, para darnos cuenta que cada vez con mayor frecuencia, cuando anunciamos algo con claridad, alguien más resulta ofendido. Con ello, -y en aras del respeto a otros- nuestra certeza se va degradando a una idea personal no dialogada.

En silencio pasamos de saber que cada quien alberga sus ideas a aceptar que cada quien tiene “su verdad”. Y tras observar “muchas verdades” contradictorias, que rivalizan y se atacan unas a otras, la conclusión pareciera obvia, “la verdad no existe y todo es relativo”.

Sin embargo, la inteligencia y el razonamiento rechazan al oportunismo y la duda, que más parecen analgésicos que soluciones de fondo al significado a la vida. Así nos preguntamos una vez más sobre cuáles son aquellas cosas que marcan el Norte en nuestro camino.

Todo es relativo

Una amplia mayoría de nosotros tenemos la certeza del mundo físico que nos rodea, al punto que algunos consideramos que es lo único que realmente existe. Pero hablaremos de materialismo en otra ocasión, para enfocar nuestra atención en esta corriente de moda sobre la realidad en el mundo de las ideas: la certeza-de-que-no- hay-certeza, el relativismo. Un plano sin coordenadas, una realidad sin significados compartidos, un espacio sin bien, ni mal.

Afirmar que “todo es relativo” encierra una contradicción interna sin solución. Supongamos por un momento que todo es relativo. Por lo tanto, esa misma frase estaría incluida en la relatividad del todo y entonces la afirmación “todo es relativo” también sería relativa. Por ello el relativismo no funciona como certeza. Dicho de otro modo, es una peligrosa tautología que se refuta a sí misma. Y sin embargo, quien la esgrime a la larga se estanca en un aislamiento paralizante.

Entonces, cuando salimos del relativismo y damos un siguiente paso para afirmar que “algunas cosas sí son ciertas” el reto consiste en separar el trigo de la paja y con ello nos adentramos al mundo del pensamiento crítico.

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Criticidad

La criticidad es el dinamismo humano fundamental que alienta nuestra inteligencia, cuando ésta se enfoca en alcanzar la verdad. Cuando un perrito tiene el estómago lleno y nada que hacer suele echarse a dormir. En cambio, cuando a un ser humano le pasa lo mismo, puede ponerse a pensar.

¿Dónde están las certezas que nos permiten pensar críticamente? Lonergan (1999) afirma que las primeras de ellas surgen de la auto apropiación consciente. Hay verdad en el mundo de las ideas cuando éstas reflejan la realidad. Por ejemplo, al leer este artículo hay al menos siete certezas presentes. Sabes que las letras, palabras y párrafos no son un conjunto arbitrario de signos sin sentido, sino el esfuerzo deliberado de alguien para comunicarse contigo (1). Si no fuera así, le prestarías a este artículo tanta atención como la que le pones al ruido caótico en la calle o a la presión de los zapatos hacia tus pies.

Además, puedes tener la certeza de que el contenido es descifrable (2) y por ello vale la pena leerlo con atención (3). También cuentas con la certeza sobre el significado de tus emociones al leer (4), ya sea de sorpresa e interés para seguir leyendo, o de confusión y aburrimiento para abandonar el texto y dedicar tu tiempo a otra cosa. Eventualmente tendrás la certeza en aceptar, considerar o rechazar las ideas propuestas por el autor (5), pues en el fondo sabes que las decisiones para tu propia vida te afectan especialmente a ti mismo (6) y por ello eres cuidadoso con las certezas que pones en tu mente.

En un siguiente nivel, la criticidad puede atender una idea propuesta por otro en un tema particular y también puede orientarse a revisar la propia vida interior de modo general. Es decir, puedes poner atención a tu atender, entender, emocionarte, reflexionar y decidir. Te es factible entender tu atención, entendimiento, emociones, reflexiones y decisiones. Como ser humano puedes emocionarte por tu atención cautivadora, tu entendimiento que ilumina y también sobre tu plenitud afectiva; así también puedes verte abrumado en tus reflexiones y decidir con soltura o con muchísima angustia.

Justo ahora reflexionamos sobre cómo la atención, el entendimiento acumulativo y emociones -espero- que genera este artículo. Quizá ya nos asomamos a las implicaciones que tiene hacerse dueño de este proceso. Y para concluir, también puedes decidirte por atender conscientemente, optar por tratar de entender, atreverte a emocionarte una vez más, decidirte por lo razonable y también resolverte a seguir decidiendo.

La autoapropiación nos permite avanzar a ser más atentos, inteligentes, afectuosos, razonables, responsables y libres. Esto no quiere decir que toda atención sea fructífera, ni que cada idea sea correcta, ni que todo afecto construya, ni que todo razonamiento sea veraz, ni que toda decisión sea responsable. Tenemos esta certeza por experiencia propia, mientras que la autoapropiación honesta es trascendente y unitiva, la criticidad puede convertirse en un zarzal cuando nuestras fallas personales se acumulan. Así que nuestra autoapropiación no solo es un proceso de incorporación, sino también de coherencia y de depuración. Con el tiempo, el fruto de la autoapropiación -en un esfuerzo de subjetividad auténtica- es la trascendencia.

Certezas colectivas

El avance hacia la criticidad y a la trascendencia señala una séptima certeza, que es la posibilidad de confiar unos en otros (7), si no totalmente, al menos en algunos espacios y momentos. La cooperación, la solidaridad y el bien común son posibles entre quienes así lo desean. Elegimos a quiénes ponerles atención, qué libros leer y también a qué grupos nos queremos afiliar.

Entre diversos grupos, algunos compartimos la certeza de que la Verdad, la Plenitud, el Bien y la Unidad existen, no solo como realidad cósmica o conclusión filosófica, aunque se manifieste en ambas. En medio de la maraña del mundo, habemos quienes, más allá de jerarquías, inercias sociales y errores históricos garrafales, tenemos la certeza de un Dios que nos llama permanentemente al amor.

Dios inmanente, actuante y trascendente. Sin chantajes culpígenos, sin atajos mágicos y también sin medias-verdades a modo. Un Dios que no busca aterrorizarnos, ni ser salvavidas frente nuestra la angustia existencial, sino que invita a una plenitud tal que supera todo viento y marea, al punto de retarnos a caminar sobre el agua (cf. Mt 14, 24-33).

Así, nuestras certezas marcan también el alcance de nuestro caminar. Las tuyas ¿Cuáles son?

Referencia:  Lonergan, B. (1999). Insight, estudio sobre la comprensión humana. Salamanca: Sígueme.