Hoy no es Edie, sino Charley Harper quien firma la composición bíblica de la Ballena de Jonás. El formato es interesante pues la propia confección ha sido hecha por dos láminas superpuestas. El cielo es una hoja azul más larga que la inferior que presenta el mar. La figura central es una ballena –dibuja un cachalote- de la que muestra su interior. También la superposición de dos hojas muestra en cierto modo que la propia obra tiene un interior. La obra es durante un tiempo ballena en la que el artista procesa, comparece (com-padece) y peregrina.
No es casualidad que la ballena tenga forma de botella. Jonás no solo estuvo dentro de un monstruo marino, sino que Jonás se convierte en mensaje para el mundo y dentro de la botella de la Biblia llega hasta los hombres.
Pequeño y rojizo –como el barro- Jonás espera sentado en el bajo vientre del cachalote, con una túnica. Paciencia, espera, meditación, aceptación son palabras que pueden acompañar a esa disposición del cuerpo del profeta.
Es interesante cómo nos deja ver el interior del cetáceo. Con unas sencillas líneas perfila el esqueleto del animal, una pinza en la que está enganchado un zigzag que representa las costillas. Esa simplificación de la articulación ósea del cachalote se relaciona con el aire y agua que expulsa al cielo. Otra línea, en este caso punteada para mostrar la levedad del agua que acompaña al aire lanzado a lo alto.
Las láminas están adheridas a una hoja manchada, en la que hay restos de pintura y cola. Nos recuerda a la disposición desordenada de las cosas del mar en la orilla, donde Jonás va a terminar liberado como un resto de naufragio humano.
Los gráficos de los Harper militan en la simplicidad, pero son capaces de transmitir mensajes de largo alcance con una austeridad expresiva magistral. Eso hace que todos los relatos porten no solo una actitud positiva y consoladora sino también perennidad.