Todo comienza con Chiara, quien en la tragedia de la Guerra Mundial decide, con un grupo de amigas, apostar por el bien en lugar del mal. Así arrancó toda una experiencia de profunda adhesión al mensaje del Evangelio, en silencio y humildad, en la aceptación radical de la enseñanza de Jesús, sin preguntarse si sería inútil, si realmente valdría la pena.
Un nuevo y gran proyecto se desarrolla en esta humilde obediencia. Chiara sabe escuchar la voz de Dios, obedece sin reservas y responde a la profunda necesidad de renovación de una Iglesia que lucha por reaccionar ante la secularización. Aquellas jóvenes aportan nuevas ideas, una propuesta que anticipa lo que se dirá en el Concilio, que es la participación de los laicos y, por lo tanto, de las mujeres, en la vida de la Iglesia: mujeres y hombres juntos, con los sacerdotes, “ut unum sint”.
Ninguna adhesión verdadera al mensaje del Evangelio tiene sentido de manera aislada, sin un grupo de referencia que apoye las inevitables crisis inevitables, lo que advierta de los pasos en falso. Por esta razón, para ella los métodos tradicionales de agrupaciones, como la parroquia, las cofradías, las organizaciones ya no funcionan. Chiara inventa una nueva forma de estar juntos, de crecer espiritual y socialmente: la de pequeños grupos a los que llama hogares -focolares-.
Era una intuición profética, la única forma posible de evitar la clericalización a la que el Papa Francisco se ha referido a menudo como el mal de la iglesia hoy en día. También es una forma, silenciosa pero concreta, de hacer oír la voz de las mujeres en la Iglesia. Sin declarar batalla alguna, sin ideologías.
“Ut unum sint” es el corazón de su profecía, que se extiende a las relaciones entre las distintas confesiones cristianas y entre las religiones. Antes de que se pusiera de moda o de que fuera dramáticamente necesario, sabe cómo abrir las puertas al diálogo, que comienza desde el compartir cotidiano de los bienes. Desde esta atención a la vida diaria, a la modesta pero fundamental dimensión de caminar juntos, Chiara transforma la sensibilidad de las mujeres en vida concreta en un mensaje profético.