José Luis Pinilla
Migraciones. Fundación San Juan del Castillo. Grupos Loyola

Círculos cerrados


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Me encontraba hace unas semanas, cambiando de casa, destruyendo recuerdos (si es que eso fuera posible), rompiendo papeles, tirando documentos, regalando libros y, también, regalando…  regalos. No creo que se desvalorizaran aunque fueran regalos de segunda mano, pues estaban enriquecidos por su tiempo a mi lado o junto a otras personas queridas. Me tocaba cerrar círculos, ir dando vuelta a la hoja, atravesar otras puertas, o etapas de mi vida. Lo importante es poder cerrarlos con paz, a ser posible de manera agradecida y dejar ir momentos de la vida que se van clausurando. Sucede como con  las ondas producidas por las piedras lanzadas en el agua, que van creando círculos cerrados pero que de manera creciente van dando paso a otros nuevos (¡ y más grandes!). Piedras que caen en un estanque y provocan asombro.



Es muy importante ser consciente de cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella, más allá del tiempo necesario, o escudriñando resentimientos, parece que se pierde la alegría y el sentido del resto de días que se encamina hacia la eternidad. Saber cerrar unos círculos con la posibilidad de abrir otros.

Justo en esta situación, nos viene el presidente de Gobierno (¡nada menos!) y recuerda algo ya sabido: la oferta de la migración circular, promoviendo acuerdos para frenar el éxodo clandestino. Sin embargo, su gira africana ha generado polémica en el territorio español, con la oposición acusándole de provocar un “efecto llamada” en África, en lugar de combatir a las “mafias”. Pedro Sánchez defendió la promoción de movimientos migratorios ordenados mediante ese modelo en el que los trabajadores son contratados en sus países de origen para realizar labores estacionales en España y regresan a sus lugares de origen al concluir sus contratos. Veremos. En estos casos hay que estar más atentos a la letra pequeña posterior que a los titulares llamativos.

Lo comenté con un amigo migrante en situación irregular. Me respondió: “Pues podrían empezar más cerca: podría ya cerrar el círculo con el montón de migrantes que están en España esperando contratos legales”.

Iniciativa Legislativa Popular

No está de más, ni mucho menos la observación. Son 500.000 los que se calculan viven entre nosotros en la economía sumergida, trabajando pero no cotizando, y que no tienen derechos sociosanitarios o labores reconocidas. Y cuya regulación está prevista en la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) al respecto, cuya tramitación fue aprobada en el Congreso de los Diputados en abril, tras presentarse en la anterior legislatura. Una feliz iniciativa con más de 700.000 firmas (el mínimo son 500.000). Sin embargo, socialistas y populares el pasado junio frenaron la iniciativa en la Cámara Baja, ampliando a través de la Mesa del Congreso el plazo de enmiendas, lo que suponía mantener paralizada su tramitación pese a las quejas de Sumar, ERC y otros aliados del Gobierno. Y como el 30 de junio acababa el periodo ordinario de sesiones, el nuevo plazo se ha fijado ya en septiembre (como los malos estudiantes). No olvidemos que la ILP es respuesta para los emigrantes que -repetimos- ¡ ya están aquí!

Afirmemos la necesidad en este tema (y en otros muchos) de la alta política (más allá del mal partidismo), una perspectiva de más largo alcance y que genere cooperación basada en los principios humanitarios. Esto resultará muy beneficioso para España porque los emigrantes nos ayudan a la estabilidad del mercado laboral (con tanta mano de obra migratoria necesaria en múltiples servicios para la economía española). No solo eso, sino que dan estabilidad al resquebrajado sistema de pensiones. Y estabilidad en el déficit presupuestario, pues los cientos de miles de personas migrantes irregulares, trabajando aquí  (y siendo explotados ¡ojo!),  al hacerlo legalmente se integran  en el mercado regulado y entrarían a cotizar en el régimen de Seguridad Social además de contribuir con su participación con el IRPF.

Propuestas como estas son las que, en medio del ensordecedor ruido respecto a las migraciones (y parece que ante la imposibilidad de aunar acuerdos), nos recuerda mi amigo Jorge Serrano Paradinas (de Por un Mundo Más Justo), coordinador de la campaña para la recogida de firmas de esta ILP, con una enorme y encomiable variedad de firmantes, incluida la Conferencia Episcopal Española. Y que apunta a algo imprescindible: alzar la mirada que supere recelos, ineficacias, y optar por una alta y responsable política frente a los manipuladores de datos y los que hacen simplistas análisis en el debate migratorio.

Inmigrante en el puerto de Arguineguín, Gran Canaria

Según el Banco de España, en 2053 harán falta hasta 25 millones de inmigrantes para sostener el Estado del bienestar. Parece que los índices de natalidad no van por ese camino. Hay que combinar la economía con la necesaria y sabia integración, además de respetar la convivencia y los derechos humanos (y ahí la Doctrina Social de la Iglesia señala pautas imprescindibles). Se evitarían inútiles tragedias humanitarias que terminarán siendo noticia menor en los medios. Y si no, ¡al tiempo!

A pesar de tanto empeño del ejemplar papa Francisco (en este y en tantos temas).

Y mientras tanto los que tienen que tomar decisiones, o los que tienen que abonar otra cultura y un clima social distinto, más conciliador y eficaz, siguen encerrados en sus propios círculos.

Como la pescadilla que se muerde la cola.