¿Romantizar el año nuevo? ¡De ninguna manera! Es la oportunidad de volver a buscar, de rectificar y de enfrentar nuevos caminos en nuestras vidas. Va más allá de desear buenos deseos al mundo, es desandar los pasos y comenzar una vez más, intentarlo de nuevo, re-inventarnos.
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Cambiar nuestras estructuras y darle espacio verdadero a la fe, colocando a Dios en el lugar que siempre debió tener en nuestras vidas, es aprender algo nuevo y perfeccionarlo, es la gran oportunidad que nos presenta este año con su novedad. Vivimos en nuestra comodidad y parece que no deseamos salir de ella, lo que verdaderamente nos impide acercarnos a nuestro prójimo es nuestra actitud, que en ocasiones es cerrada, individual y sin interés alguno.
Este año nuevo invito a que sea un tiempo de retos y de verdadero compromiso con Dios, con sus enseñanzas, acercarnos a su amor sin esperar nada a cambio, por el simple hecho de quererlo, de ofrecer lo que hay en nuestro corazón, tenga lo que tenga. Es compartirlo con él y desde ahí comenzar un nuevo caminar, aceptando la Buena Nueva con un deseo renovado y con sincero ánimo.
Aceptar el mensaje esperanzador
Desear lo mejor para cada uno es sin duda una forma de expresar nuestro amor, pero si de verdad queremos aprovechar esta nueva oportunidad, debemos ser precisos en nuestros deseos y no hay nada que valga más que, desear el amor de Dios a nuestros semejantes.
“Tú inicias el año nuevo con una cosecha fabulosa; tus nubes derraman abundancia. La pradera del desierto grita de alegría, las colinas se visten para la celebración”. Salmos 65, 11-13.
No hay nada más grande que aceptar en nuestras vidas el mensaje esperanzador que cambia, renueva familias y le da sentido a cada ser. También debo recordarte que la vida sin Dios, es una vida de pecado. Etimológicamente, la palabra ‘pecado’ viene del latín ‘peccatum’, que significa: delito, falta o acción culpable.
En griego, la lengua del Nuevo Testamento, pecado se dice ‘hamartia’, que significa: fallo de la meta, no dar en el blanco, y se aplicaba especialmente al guerrero que fallara el blanco con su lanza. En hebreo la palabra común para pecado, es ‘jattáʼth’, que también significa errar en el sentido de no alcanzar una meta, camino, objetivo o blanco exacto.
Mantener distancia del pecado
El Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica comienza con esta pregunta: «¿Cuál es el designio de Dios para el hombre?» Y responde: «Dios, infinitamente bienaventurado y perfecto en sí mismo, en un designio de pura bondad, ha creado libremente al hombre para hacerle partícipe de su vida bienaventurada». Hemos sido creados para ser felices en Dios, pero nos cuesta tanto aceptar esta verdad, que nos extraviamos en caminos donde prevalece la niebla y oscuridad.
Rezaba el papa Francisco durante la visita a Auschwitz-Birkenau: “He estado en Auschwitz, en Birkeanu. ¡Cuánto dolor, cuánta crueldad! Pero, ¿es posible que nosotros los hombres, creados a semejanza de Dios, seamos capaces de hacer estas cosas?”. Una vida alejada de Dios nos conduce inevitablemente al pecado. Que este año que inicia, sea un tiempo para alejarnos del mal y de mantener a distancia al pecado.