Redactor de Vida Nueva Digital y de la revista Vida Nueva

Comienza un nuevo curso escolar, ¿será el de la esperanza?


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La patronal

Hace poco ha renovado su mandato como secretario general de Escuelas Católicas el trinitario Pedro Huerta, quien comenzó con este cargo el 1 de septiembre de 2020. “Su reelección garantiza la continuidad del liderazgo y el compromiso con el proyecto educativo y evangelizador en las instituciones afiliadas a Escuelas Católicas”, decían en junio en un comunicado. Un proyecto que tendrá que acompañar no solo los aspectos jurídicos o laborales sobre todo de los centros concertados, sino también buscar nuevos caminos en los que garantizar la identidad entre sus profesionales y defender la legítima libertad educativa ante las regulaciones de las administraciones autonómicas y estatales. Y todo ello sin perder peso frente a nuevas patronales que están aglutinando nuevas ofertas de las diócesis o de escuelas católicas de nuevo cuño que se quieren distanciar del camino hecho en los colegios vinculados fundamentalmente a las congregaciones religiosas clásicas.



De momento está en rojo en el calendario el 7 de noviembre, fecha de inicio del 17º Congreso de Escuelas Católicas que tratará de conjugar los verbos “ser, estar, educar… con nombre propio”. La cita vuelve a Madrid e imagino que se habrá repetido la cordial invitación institucional a la ministra de Educación, Formación Profesional y Deportes y Portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, y será inevitable recordar la apertura de 2019 –entonces era el congreso número 15– cuando las palabras de la entonces ministra Isabel Celaá sonaron a desafío: “De ninguna manera se puede decir que la elección de centro emane de la libertad de enseñanza”. Palabras proféticas que se consagrarían en la práctica con la Lomloe, la ‘Ley Celaá’. Aunque hasta el momento Alegría no ha protagonizado especiales fricciones institucionales con la escuela católica –hecha la ley, la aplicación se juega en las comunidades autónomas–, su tono y estrategia como portavoz del Gobierno requerirán escuchar atentamente sus palabras (en caso de que las haya).

Por lo demás, como está siendo la tónica anterior, el congreso se debate entre el espectáculo con la espectacular voz de Diana Navarro, la magia de José Ruiz o el imitador Nacho Lozano; y la reflexión de ponentes del mundo educativo y algunas voces desde la teología y la pastoral. Será un momento para tomar el pulso a la salud de la parte más mayoritaria de la escuela católica española y sobre todo de tratar de intuir su horizonte.

Nina America Escuela

La Iglesia

Tras la renovación a fondo del currículo de la asignatura de Religión Católica y el congreso de ‘la Iglesia en la educación’, el nuevo curso se estrena con novedades también en la sede de la Conferencia Episcopal Españoladonde se estrena como director del secretariado de la Comisión Episcopal para la Educación y la Cultura Antonio Roura. El director de la revista ‘Religión y Escuela’ toma el relevo de la teresiana Raquel Pérez Sanjuán en el departamento que preside el obispo de Lugo, Alfonso Carrasco Rouco.

Los temas sobre la mesa imagino que no son pocos. Ante todo, la presencia institucional de la Iglesia y so contacto y diálogo con las administraciones educativas en el desarrollo que establece el concordato y los flecos que está dejando la última ley. La situación de los profesores de religión y la tendencia en las cifras del alumnado son unos campos que encuentras desafíos nuevos. Para muchas diócesis es una seria dificultad cubrir vacantes de profesores de la materia confesional en las etapas superiores en la escuela pública con una oferta a veces muy limitada. Y es que ya es un hecho la jubilación de las generaciones potentes de religiosas, religiosos o sacerdotes que han hecho un auténtico servicio educativo y evangelizador en los institutos españoles. Una necesidad, la de profesores de religión con calidad, de la que la escuela católica no se salva.

Por esto mismo los desafíos del departamento no son solo con los poderes políticos y al más alto nivel, llegan al diálogo y acompañamiento de las propias instituciones eclesiales: las clásicas como Escuelas Católicas o los colegios que forman parte de la Confederación Española de Centros de Enseñanza (CECE) y las vinculadas a nuevos proyectos con un estilo evangelizador diferente. La realidad eclesial educativa es amplia y variada, con una rica historia muy rica… y por ello está viviendo un momento de redefinición que se puede ser ilusionante y esperanzador.

El mensaje

Entre las cuentas pendientes que tiene la escuela católica en España es el impulso del Pacto Educativo Global. Francisco se hizo presente en el congreso el pasado mes de febrero con un mensaje escrito en el que reivindicó esta alianza a la vez que recordaba a quienes no pueden ir a la escuela. “Hoy la misión educativa tiene una urgencia particular”, insistía Bergoglio, ya que “la educación es, ante todo, un acto de esperanza en quien tenemos delante, en el horizonte de su vida, de sus posibilidades de cambio y de contribución a la renovación de la sociedad”.

“Trabajad por vuestras necesidades, en España, sin olvidar a nadie”, insistía el pontífice que invitaba: “Sed sensibles a las nuevas exclusiones que genera la cultura del descarte”. “Y no perdáis nunca de vista que la generación de relaciones de justicia entre los pueblos, la capacidad de solidaridad con los necesitados, y el cuidado de la casa común pasarán por el corazón, la mente y las manos de quienes hoy son educados”, añadía entonces. “Lo propio de la educación católica en todos los ámbitos es la verdadera humanización, una humanización que brota de la fe y que genera cultura”, escribía el Papa defendiendo que “la educación es una labor coral, que pide siempre colaboración y trabajo en red; no se queden nunca solos, eviten la autorreferencialidad”. “La educación no es posible sin apostar por la libertad abriendo paso a la amistad social y a la cultura del encuentro”. Una buena propuesta para el nuevo curso escolar.

El cardenal Juan José Omella, en el Congreso Iglesia y Educación

El cardenal Juan José Omella, en el Congreso Iglesia y Educación