El día 18 de noviembre, la agencia Europa Press se hacía eco, en el artículo ‘La búsqueda de la serpiente de cuatro patas continúa’, de una polémica a propósito del descubrimiento de un fósil con lo que parece una antigua serpiente con patas. En el artículo se habla de la discusión sobre si el animal fosilizado es realmente una serpiente u otra cosa.
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Sea como fuere, y en un plano completamente distinto del científico, lo cierto es que algunas tradiciones antiguas llegaron a la conclusión de que la serpiente del paraíso inicialmente tenía patas. La razón es que arrastrarse sobre el vientre y comer polvo del suelo es el resultado de la maldición divina tras la transgresión de Adán y Eva en el jardín del Edén: “Maldita tú entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida” (Gn 3,14). Por eso, algunas tradiciones judías pensaron que, antes de esa transgresión, la serpiente tendría otra fisonomía. De hecho, este versículo de la maldición de la serpiente se “traduce” así en la versión aramea de la Biblia hebrea (targum): “Sobre tu vientre te moverás, tus patas serán cortadas, arrojarás tu piel una vez cada siete años, el veneno de la muerte estará en tu boca y comerás el polvo todos los días de tu vida” (‘Targum Pseudo-Jonatán’ a Gn 3,14-15).
Caminar erguida
En otro texto judío, ‘Abot de Rabbí Natán’, ante la pretensión de la serpiente de “caminar erguida y comer las cosas más exquisitas del mundo”, la maldición divina es: “Has pensado caminar erguida, por lo tanto ‘sobre tu vientre caminarás’. Has pensado comer todas las delicias del mundo, por tanto ‘polvo has de comer todos los días de tu vida’” (ARN A 1,10).
La serpiente es imaginada en estas tradiciones judías como una especie de camello, como ocurre también en la tradición musulmana, tal como se lee en un relato del tradicionista Ka’b al Ahbar, cuya imaginación resulta absolutamente desbordante: “La serpiente tenía entonces forma y patas como el camello, una cola como una alfombra ‘abkarí’ de colores rojo, amarillo, verde, blanco y negro; una crin de perlas, mechones de jacinto y dos ojos como Venus y Júpiter, con aroma de almizcle mezclado con ámbar […] Comía azafrán y bebía de aquel río [Kawtar]. Sus palabras son la loa y la alabanza a Dios, Señor de los mundos. Dios Altísimo la había creado dos mil años antes que a Adán, e informaba a este y a Eva sobre cada árbol y cada cosa de las que había en el paraíso”.