Las dominicas
El Monasterio de San Miguel en Trujillo no habría surgido nunca como lo conocemos hoy en día si no fuera por la impronta de la reina Isabel la Católica en un grupo de mujeres que se reunían a rezar en todo a una ermita del siglo XIII dedicada a san Miguel en la población extremeña. El beaterio de Terciarias Dominicas dio lugar a una auténtica comunidad de contemplativas.
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Hoy en día 18 hermanas forman esta comunidad, muchas de ellas procedentes de países de misión. Su jornada está marcada por los momentos de oración y la celebración de la eucaristía a las 12:30 h. Su cercanía a los sufrimiento de quienes viven las consecuencias más duras de la pandemia ha dado un paso más. La televisión regional Canal Extremadura y los informativos de Telecinco han recogido cómo las religiosas se han sumado a un reto viral, el ‘Jerusalema Challenge’.
Con su superiora a la cabeza, la madre Salomé, las religiosas ejecutan la coreografía de la canción que se ha popularizado a través de la red social TikTok, desde donde ha pasado de Sudáfrica a todo el mundo. No son las primeras religiosas en hacerlo. Este verano han circulado otros vídeos como el de diferentes tipos de franciscanas y franciscanos compartiendo coreografía en una plaza de Italia o incluso un sacerdote bailando en el presbiterio durante la misa ataviado con sus ornamentos litúrgicos. En otros lugares del mundo no es raro encontrar a otras religiosas, incluso las dominicas de Zimbabwe.
De la capilla, al refectorio o al claustro… las hermanas tratan de contagiar esperanza y alegría en este tiempo incierto. Rezando el rosario, tocando el órgano o leyendo ‘Vida Nueva’, con hábito simple, de coro o con chaleco azul para combatir el frío extremeño… Un simpático vídeo en el que las monjas muestras su vida recogiendo naranjas, cocinando o haciendo ejercicio en la bicicleta estática.
“Este tema se ha convertido en un grito de esperanza de los cinco continentes contra la pandemia, tiene un nombre y se llama ‘Jerusalema’ su letra habla de Jerusalén como la ciudad celestial en la que estar en comunión con Dios. Se trata de un himno místico a la vida donde canta a la ciudad de Jerusalén como un hogar fraternal para todo el mundo”, explican bien las religiosas. Y saben de lo que habla, porque himnos como este sobre la ciudad celestial acompañan a diario su ritmo de oración con los textos propuestos por la Liturgia de las Horas.
La canción
Más allá de las coreografías que han repetido diferentes colectivos de todo el mundo al hacerse viral en la red social que cada día atrapa a más adolescentes, ¿de dónde sale esta canción?
Jerusalema ha sido para muchos la canción del verano y sus acordes siguen reproduciéndose a diario en las redes sociales y las plataformas de vídeo y música. Es una canción escrita en el idioma veda, una de las 11 lenguas oficiales de Sudáfrica y es obra del dj y productor Master KG, quien ha compuesto este nuevo salmo a la Jerusalén celestial como si de un moderno apocalipsis de san Juan se tratara. Para el autor, la canción ha ayudado a visibilizar el pueblo venda, minoritario en el país, pero con una gran tradición espiritual.
La canción recoge todo eso con un ritmo pegadizo y con la increíble voz de Nomcebo Zikode, ya conocida por su estilo góspel-house que tan bien sintoniza con la canción. Más allá de la coreografía que se ha viralizado durante los primeros meses de la pandemia; el tema aporta una buena ocasión para mirar esperanzados a lo que la Jersusalén prometida representa. La letra de la habla de Jerusalén como la ciudad soñada en la que estar en comunión con Dios, un canto a la vida.
“Jerusalén es mi casa, sálvame y camina conmigo, no me dejes aquí”, se oye mientras se baila. “Mi lugar no está aquí, mi reino no está aquí”, prosigue buscando trascender…