La noticia que agita los medios esta semana es la del acosador sexual de Hollywood. ¡Como si fuera noticia nueva! Lo nuevo es el escándalo que han armado las víctimas: hasta ahora, 49 actrices que valientemente se atrevieron a desenmascararlo, pero que durante años callaron sus abusos.
Como históricamente tantísimas mujeres han callado que fueron violadas o que consintieron a los avances de los abusadores por temor a perder un puesto: secretarias, víctimas de sus jefes; empleadas del servicio doméstico, víctimas del dueño de la casa; campesinas, víctimas del patrón.
O ante la posibilidad de no perder una materia, como las estudiantes de colegio y universidad, víctimas de sus profesores. O para lograr el puesto, un ascenso o un papel en el reparto, como las víctimas de Harvey Weinstein y otras muchas que terminaron en el sofá de la oficina o en un motel ante el silencio cómplice de otras mujeres y de los demás hombres que consideran que estas son reglas de juego tácitamente aceptadas en esta sociedad machista.
Y que para muchos hombres son aventuras para presumir. Como el presidente de Estados Unidos jactándose de sus galanteos atrevidos. Además, todo el mundo lo sabe y lo ha sabido que las mujeres son discriminadas, minusvaloradas, intimidades y manipuladas, además de ser abusadas sexualmente como forma de ejercer poder de una mitad de la humanidad sobre la otra mitad. Sobra decir que la violencia contra las mujeres asume diversos rostros cuyo común denominador es la injusticia que se comete contra ellas.
También el abuso sexual tiene diversos rostros, desde propuestas indecentes hasta feminicidios cometidos por los hombres –731 se registraron en Colombia y 216 en España durante el año 2016– y su condición, igualmente aceptada de botín de guerra.
Por ahora, y gracias a la denuncia de sus víctimas, Weinstein enfrenta cargos criminales de violación que están apenas en etapa de investigación. También enfrentaron cargos y fueron condenados otros abusadores del mundo del espectáculo que los medios han recordado –Bill Cosby, Woody Allen, Roman Polanski–, pero cuyos procesos no incidieron en las prácticas habituales.
Ojalá este no sea otro escándalo más en la lista de injusticias contra las mujeres. Por lo menos, las víctimas no se quedaron calladas.