El 15 de diciembre, en el Congreso de los Diputados, Teodoro García Egea, secretario general del Partido Popular, había dicho a Yolanda Díaz, ministra de Trabajo y Economía Social y vicepresidenta segunda del Gobierno: “Cómo ha cambiado el comunismo, los que critican la asignatura de Religión van emocionados al Vaticano”. La ministra respondió al político popular: “Ya que le preocupan algunos viajes, repase usted san Mateo 19,23-30”. A lo que García Egea replicó: “Números 20: la Biblia condena fuertemente la mentira”.
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No sé si es mejor que los políticos citen la Biblia o que la ignoren, habida cuenta del mal uso que hacen de ella. Vayamos a la exégesis. En Nm 20 no se encuentra rastro alguno de la mentira a la que aludía García Egea. En ese capítulo del cuarto libro del Pentateuco se habla del episodio del agua de la roca, del paso de Israel por el territorio de Edom y de la muerte de Aarón. Si se quería aludir al mandamiento de no mentir, se podría haber citado Ex 20: “No darás falso testimonio contra tu prójimo” (v. 16). ¿Se equivocaría el político popular de libro bíblico?
Mt 19,23-24.30
Por lo que respecta al texto citado por Yolanda Díaz, lo más significativo de lo que dice Jesús en él (que supongo que sería lo que la ministra quería convertir en dardo) es: “En verdad os digo que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. Lo repito: más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de los cielos […] Pero muchos primeros serán últimos y muchos últimos primeros” (Mt 19,23-24.30).
Es difícil imaginar que ese texto sobre la riqueza se pueda argüir como una denuncia seria contra un adversario político en un lugar como el Congreso de los Diputados, donde no hay nadie pobre y sí mucho rico (de un lado y de otro). Sin ir más lejos, el dimitido ministro de Universidades, Manuel Castells –de la cuota de Unidas Podemos, formación a la que también pertenece Yolanda Díaz–, era el ministro con más patrimonio de todo el Consejo de Ministros. No sin razón se ha llegado a acuñar la expresión “izquierda caviar”.
No se debería utilizar la Biblia como simple cantera de argumentos y, menos aún, como filón de donde sacar citas para poder lanzarlas a la cabeza del contrario. La lectura de la Biblia tiene como primer objetivo la propia persona que la lee.