Enrique Lluc
Doctor en Ciencias Económicas

¿Competencia o competición?


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Estamos acostumbrados a escuchar sobre nuestras empresas y sobre nuestra economía que en un mundo de competencia como el nuestro, es necesario que sean competitivas para que puedan sobrevivir en esta jungla en la que parece que se convierte una sociedad como la nuestra. La clave parece estar en ello, en la competitividad.



Ser competitivo es ser capaz de competir, de querer obtener lo mismo que otra persona, empresa, profesional o país, intentar igualarla en su perfección o en sus propiedades. Una sociedad en la que sus empresas, sus personas, sus entidades buscan ser competitivas es una sociedad basada en la competición, en la lucha por objetivos similares, en el ser, al menos, tan bueno o mejor que el otro.

Creo que cabe preguntarse si nuestro anhelo como sociedad debe ser este, conseguir que todos compitamos entre sí, buscar que seamos capaces de hacerlo, o deberíamos buscar una sociedad basada en la competencia, es decir, en la “pericia, aptitud o idoneidad para hacer algo o intervenir en un asunto determinado” (RAE). Es decir ¿nos interesan empresas, profesionales o personas competitivas o competentes? Porque las consecuencias de una u otra prioridad son diferentes.

maniquíes

Mientras que las primeras están siempre preocupadas por mirarse a sí mismas y compararse con las otras, por aspirar a lo mismo que aspiran las de al lado, por hacer lo mismo o mejor que aquellas que se dedican a su misma actividad, las empresas, profesionales y personas competentes se preocupan por hacer bien su actividad, por realizarla de manera que se pueda poner al servicio de los demás de una manera eficaz. La competencia mira al otro no para compararse con él, sino para ponerse a su servicio.

Por ello creo que es más conveniente potenciar sociedades, empresas, profesionales y personas competentes que competitivas. Ante la sociedad de la competición en la que estamos instalados, precisamos construir una sociedad de la competencia en la que todas las instituciones, profesionales y personas se preocupen por mejorar no para ganar, no para ser, no para lograr lo mismo o más que la otra, sino para poder poner al servicio de la sociedad sus dones de la manera más positiva para todos.

La competencia y no la competitividad tendría que ser el camino para obtener los ingresos necesarios para vivir dignamente y el reconocimiento social que se merecen aquellos que ponen sus dones y sus cualidades al servicio de los demás.