Teresa García, responsable de Difusión de la HOAC
Responsable de Difusión de la HOAC

Día de la Mujer: comprometidas con la igualdad integral y la justicia social


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Escribo este texto en víspera del 8 de marzo, una fecha importante para todas las mujeres pero sobre todo, para las mujeres trabajadoras, ya que en el trabajo se debe respetar a la persona en todas sus dimensiones. El trabajo es “la ‘clave esencial’ de toda la organización social, condiciona el desarrollo no solo económico, sino también cultural y moral, de las personas, de la familia, de la sociedad y de todo el género humano”. Esto es lo que nos dijo Juan Pablo II en ‘Laborem exercens’ 3.



Sin embargo, hoy el trabajo no respeta a la persona y su dignidad, relegándola al beneficio económico, y generando pobreza, precariedad y desigualdad. Un sistema económico en el que prima el crecimiento del capital y el beneficio sobre cualquier otro criterio, sin que tenga en cuenta la dignidad de las personas, el bienestar de mujeres y hombres, de las familias, los pueblos o la madre tierra.

Y en esta coyuntura cultural la mujer, a pesar de los avances obtenidos en las últimas décadas, es uno de los colectivos más discriminados en la historia de la Humanidad. Salarios más bajos en todas las categorías profesionales; largas jornadas, siendo la mayor parte de ellas en la economía sumergida; explotación de las mujeres inmigrantes, desplazándolas a la invisibilidad…, un criterio que pretende normalizar y naturalizar unas actitudes que acrecientan la desigualdades sociales y laborales entre los hombres y las mujeres… La pobreza sigue teniendo rostro de mujer.

protesta en madrid dia internacional de la mujer trabajadora 8 de marzo

El sistema económico en que vivimos, un capitalismo infiltrado en todos los ámbitos de nuestras vidas, tiene la forma de un iceberg: hay una parte visible a la sociedad, la más pequeña, que es la parte que sí mueve dinero, el ámbito del empleo, del mercado laboral… Y una gran parte permanece oculta a la sociedad para que el sistema “funcione”, como es el trabajo de los cuidados de la vida (la familia, la educación, la socialización…). Por ello, es necesario y urgente un cambio en la organización económica, social, institucional; es imprescindible un marco político integral donde se valorice y visibilice el trabajo reproductivo, el cuidado de la vida y la madre tierra, políticas cuyas leyes vayan encaminadas a la igualdad real de las mujeres…, leyes encaminadas hacia el cuidado y la economía del bien común.

Protagonistas del cambio

“Es en Jesús donde descubrimos al verdadero Dios y a la verdadera persona. Tomó los valores de su tiempo y los volvió del revés (…) El cambio de mentalidad y de atmósfera cultural que proclamaba lo vivió en su pequeño mundo, pero con vocación de que llegara a todas las personas. Y lo hizo desde una profunda confianza y comunión con Dios” (Cuaderno HOAC nº 17).

Como parte de la humanidad sufriente, todas y todos somos responsables del cuidado fraterno de la sociedad, las mujeres tenemos que ser protagonistas activas de este cambio. Ser conscientes de nuestra presencia y fuerza subscrita a la sagrada dignidad de la persona. Dejar el individualismo y las diferencias, unir fuerzas y sororidades, pues solo con el apoyo comunitario podremos ir abriendo caminos hacia la construcción de un mundo mejor para nuestras hijas e hijos, para nuestras nietas y nietos.

Esta es una semana llena de eventos y actividades internacionales que dan visibilidad a las reivindicaciones de todas las organizaciones que reclaman igualdad: las feministas, las sociales, las sindicales, las eclesiales…, haciéndose eco de un clamor ensordecedor e imparable: nuestro compromiso, aquí y en todo el mundo, para exigir un cambio real en las instituciones, en las estructuras y en las políticas, que nos permitan alcanzar mayores cotas de justicia y de igualdad, como Dios quiere.