En los últimos días, hemos asistido a dos sonados escenarios de mociones de censura a Gobiernos democráticos: en Francia, con la consiguiente caída del primer ministro Barnier, y en Corea del Sur, superada por poco por el presidente Yoon Suk-Yeol.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Mientras, en nuestro país, Junts per Catalunya ha instado al presidente Sánchez a someterse a una moción-cuestión de confianza. Y, en una perspectiva más amplia, todos/as recordamos la moción que tumbó al Gobierno de Mariano Rajoy en 2018 o, las dos fallidas por el partido de Santiago Abascal en 2020 y 2023.
¿Mecanismos que no funcionan?
Más allá del desenlace de esos y otros procesos parlamentarios, cabe preguntarse cuál es la auténtica intención que esconden. ¿Están motivados por aspiraciones honestas en favor de la ciudadanía, o son una expresión más del afán de poder y las tensiones partidistas?
Como en todo lo que toca a ideologías, dependerá de a quién preguntes. Los instigadores defenderán su necesidad por “el bien del país y la sociedad”. Los encausados dirán que son víctimas de campañas maliciosas.
Y así… pasa con otros mecanismos de nuestro sistema político. No funcionan porque, al fin y al cabo, están al servicio de intereses particulares y espurios.
Actuar en conciencia
¿Qué se puede hacer entonces para evitar este empobrecimiento democrático? ¿Hay algún camino que ayude a purificar y verificar las motivaciones de los actores políticos?
Sé que estoy casi “pidiendo imposibles” y que todo, al fin y al cabo, queda al albur de la conciencia de cada uno/a.
Pero, precisamente esa es la clave. Apostar, desde todas las instancias sociales –públicas, privadas, tercer sector…–, para que la ciudadanía tenga y actúe en conciencia. (Obviamente, hablamos de una conciencia “formada, recta y veraz”).
Y, para ello –para actuar siempre “en conciencia”–, me atrevo a proponer como herramienta fundamental el discernimiento a través de las “mociones del Espíritu” que, aunque con clara significación creyente, no deja de ser un camino de sabiduría para cualquier persona “con buena voluntad”.
Porque, discernir las mociones en política puede ser algo tan concreto como pararse a descubrir si el apoyo a determinadas iniciativas nace de mi buena conciencia, o del “mal espíritu”. Si une, construye y ennoblece o, separa, destruye y envilece.
Ver el barro, descubrir el tesoro
Días atrás, un compañero ofreció un precioso ejemplo de ese dejarse llevar por las “mociones” del Espíritu y actuar en conciencia.
En medio de un típico intercambio de opiniones –alabanzas de un lado y desprecios de otro– sobre las decisiones de un importante cargo político de nuestro país, él intervino así: “Interesante debate. Pero me gustaría tener la capacidad de mirar a las personas sin prejuicios, que es la única manera de dejarme sorprender, de amar al prójimo. Cada uno es un tesoro encerrado en una vasija de barro; lo primero que veo es el barro, y he de hacer un esfuerzo para ver el tesoro. Creo que la manera de dialogar con los que están alejados de nuestra manera de ver las cosas es mirando y reconociendo su lado bueno, su lado amable, que no quiere decir darles la razón”.
Y terminaba recordando la frase atribuida a Gandhi: “Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo”.
Pues eso. Cambiemos la política. Dejémonos llevar por las mociones del Espíritu.