El cine es una de las mejores formas de representación, aunque el género empleado sea con elementos reales siempre lo contado es a través de la mirada del cineasta, y la última película sobre el Cónclave de Edward Berger (FilmNation Entertainment, 2025) no es la excepción.
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Un comentario sobre el film necesariamente tendría que destacar el alto sentido estético, el lenguaje narrativo cargado de simbolismo, el claroscuro de algunas escenas generan un ambiente de misterio y hasta asfixiante. La forma en cómo representan el “con llave” del momento más crucial de la vida de la Iglesia, con las persianas de las ventanas cerrándose, o el pasador de las puertas, mucho antes del mismo anuncio extra omnes, son muestra de ello.
Otro dato importante es la acertada escogencia de las locaciones, que si bien es cierto no son en el Vaticano, hay un esfuerzo de realismo. La modernidad que contrasta entre la Domus Santa Marta y la Sixtina, son evidentes, incluso entre el claustro en el que se dan algunas tomas panorámicas con aproximaciones casi que reales a los palacios leoninos.
El cónclave en el imaginario mediático
El cónclave está milimétricamente descrito en la Constitución Universi Dominici Gregis, no obstante los vacíos de lo que no se explica en el texto legislativo, — como por ejemplo— , la discusiones sobre los votos de los cardenales, es puesta en la película entre las escaleras, los auditorios, las habitaciones y los rincones, entre murmullos, en una atmósfera de intrigas y rivalidades.
Sin embargo, la huella de la agenda setting marcan el ritmo de la trama, como si los temas del cónclave giraran sobre la homosexualidad, el rol de la mujer o el celibato, como si no hubiesen otros asuntos más urgentes. Un cónclave que habla el lenguaje woke.
Un aspecto interesante a mencionar, antes de desarrollar el conjunto de argumentos, es la muerte del Papa desde Santa Marta, ya no desde el Palacio Apostólico, cuando solo ha sido Francisco quien ha vivido allí.
Resulta interesante cómo muestran el cierre de los aposentos papales, lo cual será uno de los desafíos ante la próxima elección, si es que el lugar de la defunción del papa reinante — Dios permita que no sea pronto — es alli, pero la película ya plantea el tema de la clausura de la residencia papal, misma sede en la que se hospedan los cardenales del cónclave. Situación inédita de la contemporaneidad.
No solo es ficción, es improbable
Entre los desaciertos en el representar la vida de la Iglesia vale mencionar el campo litúrgico, una misa Pro eligiendo pontífice sin altar; los cardenales revestidos de casullas para actos que no son una misa; y hasta las vestiduras de los ayudantes exageradas; todos en el episcopado, todos con solideo y pectoral, como si todos los miembros de la Santa Sede fuesen obispos.
Por último, dos errores que revelarían el desenlace (alerta de spoiler), la aceptación de un cardenal in pectore, lo cual es improcedente, pues tendría que ser creado cardenal en un acto público, y el único que puede hacer eso es el papa reinante, es más, la única condición del cardenal in pectore es que no puede participar de las atribuciones cardenalicias hasta que no se dé a conocer su identidad, por tanto no podría participar en un eventual cónclave. El otro tema es la elección sobre un candidato no idóneo por razones canónicas.
Cuando se habla del condicionamiento de la agenda mediática en la trama son tres puntos; el papel de la mujer, mencionada en el guión una vez y con referencia a la representación silenciosa de sor Agnese, quien solo interviene para descubrir un entramado de mentiras entre los cardenales; y la posición de un purpurado “progre” que pide mayor participación femenina, aunque no se menciona la ordenación de mujeres al sacerdocio.
El segundo tema, la diversidad sexual y la posición de la Iglesia sobre la homosexualidad, lo cual no sería un tema de discusión en el cónclave, y si lo fuese, el asunto sería en la homosexualidad de los miembros del clero, con todas las implicaciones que conlleva.
El tercer aspecto, la apología a que los cardenales de lugares pobres son buenos, que tienen una recta teología y están alejados de las intrigas curiales por alcanzar el poder, incluso que la elección recaiga en un cardenal apadrinado por el papa anterior no es nada creíble y hasta predecible.
Por último, la elección de un transgénero a la sede de Pedro, o no binario, o como pretendan designarlo.
Científicamente las personas intersexuales solo representan el 1.7% de la población mundial, y en el caso del Derecho Canónico hay sobradas referencias en las que se indica que solo los varones pueden acceder al orden; ya no solo sería inválida la elección por el ingreso aal cónclave como in pectore sino además por su condición intersexual que haría nula la ordenación presbiteral y sucesiva.
Sin embargo, si ya el lector llegó a este punto, vale la pena tomarse el tiempo para ver la película, estéticamente está muy bien realizada, el hilo de la trama mantiene la atención en la historia, los momentos de desenlace están muy bien marcados en el ritmo temporal, y seguramente al verla estará pendiente de muchos más detalles de lo comentado en este texto.
Por Rixio Portillo. Profesor de la Universidad de Monterrey.
Foto: Somerville – UK artwork for Conclave