Consulta externa: una ventana abierta al mundo


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La consulta externa, parte de mi actividad habitual junto con el pase de visita a los enfermos hospitalizados (el clásico “Ward round” de los sajones), supone una ventana abierta al mundo. Por ella pasan, cada poco rato, personas de todas las edades y condición, con problemas médicos de todo tipo; algunos graves, otros no tanto. No siempre puedo ofrecer una cura, pero sí un rato de escucha y una exploración minuciosa, junto con las exploraciones complementarias que ayuden al diagnóstico. Una de las ventajas del hospital pequeño es que las listas de espera no son demasiado prolongadas, por lo que el proceso diagnóstico suele ser ágil.



El trabajo se estructura en primeras visitas (procedentes de la asistencia primaria, de urgencias o de otras especialidades) y visitas de seguimiento. Para las primeras disponemos de más tiempo. Es clave saber lo que puedes tratar y estudiar de forma ambulatoria y lo que no puede demorarse ni siquiera unas semanas; en ese caso se realiza un ingreso programado.

Todo un reto

No siempre, detrás de los síntomas del paciente, existe una enfermedad grave. En numerosas ocasiones, se trata de problemas funcionales o psicosomáticos, reales para el paciente en sus dolores o cansancios, pero que carecen de resultados objetivos en los análisis o las radiografías. Suelen suponer un reto: cómo tratar o afrontar problemas que se basan en la narración del paciente.

Médico general

En ese escenario se ponen en juego la escucha y el crédito que se da a toda persona enferma, siguiendo el consejo de don Santiago Ramón y Cajal, que, además de un investigador excepcional, fue un buen clínico. Se le atribuye el siguiente aforismo: “Cuando un enfermo se queja, es que algo le duele”. Hay que prestar atención y crédito a lo que el paciente te cuenta, aunque quizás las causas no sean las que él piensa, y la enfermedad esté más en la mente/alma que en el cuerpo.

Un ámbito ideal

Este es el día a día de un médico hospitalario: escuchar, atender, tratar los dolores y las dificultades consecutivas a las diversas patologías, la mayoría de ellas crónicas, en ocasiones jalonadas de empeoramientos bruscos y complicaciones. Si te gusta la medicina, un hospital pequeño, donde te conoces con casi todo el mundo y el trato es cercano, es el lugar ideal para ejercerla. Recen por los enfermos y por quienes les cuidamos.