La nota
Vuelvo al tema que ya pasó por este blog en 2019. Pero es que no era fácil, pero el Vaticano ha superado la prueba y de forma honesta y comprometida en lo que se refiere a las apariciones de Medjugorje. Desde que se anunciaron las nuevas normas de discernimiento del fenómeno de las pariciones, este santuario bosnio estaba en la mente de quienes se interesan por la actualidad religiosa. Y es que desde bien pronto ha sido un poco una bandera discutida entre declaraciones de difícil encaje, comisiones que no llegaban a buen puerto o delegados que tenían difícil llegar al fondo del asunto. Eso sí, imagina que hay quien piensa que el Vaticano se queda corto o quien considere que Doctrina de la Fe se ha pasado de frenada en algún análisis demasiado pormenorizado de aspectos que no pueden ser tomados demasiado en serio.
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Ahora, como informaba de forma muy clara Vida Nueva, el Dicasterio de la Doctrina de la Fe ha publicado una “Nota sobre la experiencia espiritual vinculada a Medjugorje” con la aprobación directa del papa Francisco con el título “La Reina de la Paz”, la ‘Gospa’ –como dicen los croatas del entorno, tomado por musulmanes bosnios–, advocación que se venera en esta remota parroquia, una de las 82 que tiene la actual diócesis de Mostar-Duvno y cuya historia cristiana está muy vinculada a la presencia misionera de los franciscanos entre los otomanos.
La nota reconoce que “ha llegado el momento de concluir una larga y compleja historia en torno a los fenómenos espirituales de Medjugorje” y que ha enfrentado –y no meramente en sentido intelectual– a “obispos, teólogos, comisiones y analistas”. El texto interesantemente acota el alcance de la valoración dejando de lado “un juicio sobre la vida moral de los presuntos videntes” y reconoce desde el primer momento los frutos espirituales que siempre se han tratado de salvaguardar.
Entre los aspectos centrales se encuentra la belleza de la propia advocación –y la buena sintonía teológica de algunos de los muchísimos mensajes–; si bien el documento presenta unas “aclaraciones necesarias” en torno algunos mensajes poco edificantes en el sentido que incluso contradicen el evangelio y “que pueden conducir a grupos minoritarios a distorsionar la valiosa propuesta de esta experiencia espiritual, sobre todo si se leen parcialmente los mensajes”. Se refiere especialmente a algunas reprimendas y amenazas de la Virgen o los llamados “mensajes para la parroquia” en los que María daría unas indicaciones un tanto extrañas a los feligreses y la “insistencia incesante sobre la escucha de los mensajes” mientras que en ocasiones incluso pide “relativizar los propios mensajes” que convive con una “’autoexaltación’ de la Virgen”. Y es que a poco que se conozca de Medjugorje la colección de mensajes directos de María es casi imposible de controlar.
En las conclusiones se pide que “a las personas que van a Medjugorje se les debe orientar fuertemente a aceptar que las peregrinaciones no se hacen para encontrarse con supuestos videntes, sino para tener un encuentro con María, Reina de la Paz, y, fieles al amor que ella tiene por su Hijo, encontrarse con Cristo y escucharle en la meditación de la Palabra, en la participación de la Eucaristía y en la adoración eucarística”. Además, se califica a los mensajes como “probables”.
La historia
En la presentación de la nota el pasado 19 de septiembre, el secretario de la sección doctrinal, Armando Matteo, hizo un repaso histórico bastante neutro sobre este complejo “fenómeno Medjugorje” tras haber repasado toda la documentación desde las primeras presuntas apariciones el 24 de junio de 1981 en esta parroquia franciscana que se ha convertido en un oasis católico. Las niñas Ivanka Ivanković y Mirjana Dragičević estaban en los caseríos de Podbrdo –entonces en Bosnia y Herzegovina, país que era parte de la comunista y atea Yugoslavia que acababa de despedir a Tito– junto a una colina cuando Ivanković ve a la Virgen, más tarde y al día siguiente irán sumándose otros chicos y la ven todos, las dos chicas, y Vicka Ivanković, Ivan Dragičević, Ivan Ivanković, Milka Pavlović, Marija Pavlović e Jakov Čolo. Estos son los seis videntes, la mayor (Mirjana Dragičević) tenía 16 años y el menor 10 (Jakov Čolo). Y hasta hoy…
Mientras, el 21 de julio de 1981 fue el primer encuentro de los chicos con el obispo de Mostar-Duvno, Pavao Žanić, que quedó impresionado de los relatos de los jóvenes. Sin embargo, en 1983 enviará el primer informe al Vaticano manifestando “fortísimas dudas” al respecto y es que la Virgen comenzada a repartir un ingente número de mensajes y a multiplicar cotidianamente sus apariciones en multitud de lugares. Tanto es así que el episcopado yugoslavo prohíbe oficialmente las peregrinaciones el 12 de octubre de 1984. Una comisión diocesana respalda la valoración de los obispos sobre las apariciones en 1986.
A ello se opondrá el pro-Nuncio de Belgrado, implicando a Doctrina de la Fe que creará una comisión que trabaja hasta 1991 concluyendo con la conocida como “Declaración de Zadar” que sentencia que “no es posible afirmar que se trate de apariciones y fenómenos sobrenaturales” si bien se valoran los frutos pastorales en torno al santuario mariano. La llegada de un nuevo obispo a la diócesis logra que Juan Pablo II ponga en marcha otra comisión en 1994 –y casi que el Papa polaco visite el bastión anticomunista que era Medjugorje en 1995–. Ahora bien, la nueva Conferencia Episcopal de Bosnia y Herzegovina vuelve a estudiar la cuestión y Benedicto XVI creará una comisión internacional en 2008 presidida por el cardenal Camillo Ruini y cuyas conclusiones no llegarán a publicarse sino trasladadas a Doctrina de la fe. El cardenal Víctor Manuel Fernández desvelaría que esta comisión aprobó por 13 votos favorables (de 15 miembros) que “la devoción que ha surgido en Medjugorje tiene un origen sobrenatural, es auténtica”, si bien parece quedarse en los fenómenos iniciales.
El presente
Con la llegada de Francisco, que si conoce la documentación del grupo de Ruini se nombra un “enviado especial de la Santa Sede” –luego “visitador apostólico con carácter especial”– y se recuperan las peregrinaciones públicas, pero con el compromiso de llegar a alguna decisión más definitiva.
Y es que al lado de lo teológico que repasaba Matteo hay un componente pastoral con cifras que apabullan a cualquiera. En la presentación de documento las repasaba el director editorial del Vaticano, Andrea Tornielli, quien señalaba que el santuario recibía hasta la pandemia tres millones de peregrinos al año de 80 países del mundo –y eso que los accesos no es que sean sencillos–. En la parroquia, señalaba, entre enero de 1985 y junio de 2024 se han repartido 47.413.740 comuniones. Entre las tendencias se ve que sin muchos los peregrinos que repiten y que solo el 5% regresa con una sensación negativa respecto a sus aspiraciones. Se ha destacado muecho siempre que el “efecto Medjugorje” está en la conversión, fundamentalmente sobre la práctica sacramental y la oración cuantificado en un estudio en el 14,5% de cambio radical en el peregrino a otros cambios menores por un 48,8%.
Pero no podemos olvidarnos de algo que dijo Francisco a los periodistas en el avión durante la rueda de prensavolviendo de Fátima el 13 de mayo de 2017 y preguntado explícitamente por Medjugorje. Francisco decía haber conocido de primera mano el testimonio del “innegable hecho espiritual y pastoral, de la gente que va allí y se convierte, encuentra Dios, que cambia la vida…” a través del informe de Ruini. Pero, desconfiando de la pastoral de la “varita mágica” y situado ante el desarrollo actual del fenómeno de los videntes, mostrando claramente una línea con el inicio de las apariciones, señalaba: “Yo personalmente soy muy ‘malévolo’, yo prefiero a la Virgen Madre, no la Virgen encargada de la oficina de correos que todos los días envía un mensaje a tal ahora… esta no es la madre de Jesús. Estas presuntas apariciones no tienen tanto valor. Y esto lo digo como opinión personal”. Con palabras más matizadas surge ahora esta nota que puede que no roma con el hecho de que para unos seguirá siendo una aldea alejada y desconocida, para otros un filtro que les obstaculice llegar a leer directamente el evangelio, a pesar de que para algunos miles sea una sencilla experiencia de fe que toca el corazón.
Entre los flecos pendientes están el cómo tomarse los mensajes, el papel de los videntes –para los más ‘cafeteros’ considerados realmente como místicos– (y alguno de los franciscanos del pasado), la tarea más activa que se le pide al visitador o el hecho de que la polémica no oculte la fuerza de la advocación de la Reina de la Paz y su valor reconciliador. Todo ello sin entrar en quienes reivindican el fenómeno solo porque contribuye a su pastoral de trincheras. Veremos. Que la Gospa nos ilumine.