Las huchas
Las hay sobrias, sencillas, naranjas, algunas acumulan pegatinas y otras aún siguen sellándose con un poco de plomo, ya sea por desconfianza o para mayor seguridad. Otras son amarillas o azules, un poco más pequeñitas, se llenan más rápido, su forma redondeada intenta recordar a un globo terráqueo en el que apenas se intuyen los continentes…
Unos años atrás –y es que todo esto empezó en 1926–, aquellas genuinas y que identificaron la solidaridad de varias generaciones, eran, podríamos decir con nuestros criterios actuales, políticamente incorrectas. Unas cabecillas de cerámica, en el caso de las más antiguas, de un niño chinito, también de uno africano, quizá un indígena americano… No son las cartas de aquella baraja de las familias de siete países del mundo en la que se encontraban mexicanos, chinos, bantús, esquimales, árabes, indios y tiroleses… son las huchas del Domund.
Esta semana volverán a salir a las calles, aunque puede que sea con menos fuerza y menos presencia pública que antes. Eso sí, estarán, como el Domund, muy presentes en las campañas pastorales de tantos colegios, parroquias y grupos misioneros y de catequesis que encuentran en esta jornada uno de los momentos más intensos en los que contagiar el compromiso cristiano por los más alejados.
El mensaje
El mensaje de Francisco para la jornada de este 2017, que se celebrará el próximo 22 de octubre, lleva el título ‘La misión en el corazón de la fe cristiana’. En él, el Papa sitúa a Jesús en el centro de la misión: “El Evangelio es la Buena Nueva que trae consigo una alegría contagiosa, porque contiene y ofrece una vida nueva: la de Cristo resucitado, el cual, comunicando su Espíritu dador de vida, se convierte en Camino, Verdad y Vida por nosotros”.
Este es el contenido del anuncio misionero, porque “la misión de la Iglesia no es la propagación de una ideología religiosa, ni tampoco la propuesta de una ética sublime”, advierte el Papa. La tarea de los misioneros es proponer el amor de Jesús como “fuerza transformadora de su Espíritu de Resucitado que fecunda lo humano y la creación, como la lluvia lo hace con la tierra”.
Y es que “el Evangelio es una persona que continuamente se ofrece y continuamente invita a los que la reciben con fe humilde y laboriosa a compartir su vida mediante la participación efectiva en su misterio pascual de muerte y resurrección”, recuerda Francisco, haciéndose eco de algunas expresiones empleadas por Benedicto XVI.
El sentido de la misión, que la reflexión del Vaticano II ha descentrado de los países exóticos y ha metido en el corazón de toda comunidad cristiana, es una provocación para todos. A pesar de ello, el testimonio de los misioneros de siempre, esos que los documentos señalan como formando parte de la “misión ad gentes” de la Iglesia, siguen necesitando la oración y el sustento solidario del resto de los cristianos. Aunque en lo que se refiere a la necesidad de “recursos humanos” para la evangelización, Europa comienza a ser país receptor de vocaciones misioneras.
Más allá de esto, podemos decir, sin miedo, que en en lo que ayuda generosa con motivo de esta fecha se refiere, damos la talla. Los 12.256.618,25 euros –del total de 87.040.388,09 € recaudados en todo el mundo– que el año pasado, en esta campaña, España destinó para atender 658 proyectos en 176 diócesis de 37 países son, cuando menos, un motivo de orgullo.
La experiencia
El lema y el mensaje pontificio ha sido traducido por los organizadores españoles de OMP por “Sé valiente, la misión te espera”. Ciertamente la orientación de esta jornada eclesial va mucho más allá de la recaudación de fondos. El testimonio de los misioneros, y es que son tantos los sacerdotes, religiosos, familias y seglares –incluso el último pliego de Vida Nueva nos muestra la intensa vida de algunos obispos misioneros españoles– que pueden transmitirnos su experiencia, es una llamada a vivir el propio compromiso cristiano en el barrio o en la zona donde uno vive –aunque no esté catalogada como uno de los 1.113 territorios de misión que hay en la Iglesia actualmente–.
A los cerca de 13.000 misioneros permanentes españoles se suman todos aquellos que, a través de diferentes organizaciones, hacen experiencias puntuales de colaboración en las tierras de misión. Quienes han vivido alguna de estas aventuras han descubierto, podemos decir con palabras de Luz Casal en el pregón del Domund en la catedral de Santiago de Compostela, que “la belleza que provocan los pequeños gestos humanitarios regenera el mundo, y el amor lo salva”. La idea puede parecer muy abstracta, pero nada más concreto, volviendo a lo que dijo con tanta sensibilidad la cantante, que en este “viaje a los infiernos” en donde “los misioneros alcanzan el cielo”.
Luz Casal nos ha dejado un estribillo que tararear este próximo domingo: “La belleza que provocan los pequeños gestos humanitarios regenera el mundo, y el amor lo salva”, aquí y en las periferias del mundo.