Los datos
El pasado 1 de julio se ofrecía un avance más detallado de las cifras de participantes de la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa. Los organizadores celebraban las inscripciones 313.000 los peregrinos de 151 países. En este sentido destacan los 58.531 participantes procedentes de España. En el ranquin de países siguen Italia (53.803), Francia (41.055), Portugal (32.771) y Estados Unidos (14.435).
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Un reto de la organización, que no se ha resuelto del todo todavía, es el alojamiento de los 313.000 peregrinos que necesitarán una casa en las diócesis de Lisboa, Santarém y Setúbal. Desde la Conferencia Episcopal Portuguesa están haciendo esfuerzos para cuadrar las 7.138 familias disponibles para la acogida con los espacios de las parroquias y congregaciones religiosas.
Este es din duda el punto más sensible de la logística, seguido de los casi tres millones de comidas que proporcionará la organización. También es clave la presencia de 22.282 voluntarios de 143 países –500 de ellos especializados en primeros auxilios–. En la parte más eclesiástica, a la cita acude un papa, 737 obispos –siendo 29 también cardenales– y 2.600 sacerdotes.
Sin ánimo de ser exhaustivos, y sabiendo que hasta ahora hemos hablado solo de inscritos a 1 de julio, pueden impresionar al lado de los 3,7 millones de personas que asistieron a la misa conclusiva de la JMJ de Río de Janeiro en la playa de Copacabana en 2013 por poner solo un ejemplo. Los números han ido variando de los 300.000 de la primera JMJ de Roma en 1984 a los 3,5 millones de Polonia o los 700.000 de la última edición en Panamá. En cualquier caso, cada JMJ tiene sus peculiaridades.
Las propuestas
En las últimas décadas también se ha ido consolidando un modelo de JMJ que se repite en el esquema general de las propuestas de Lisboa con algunos acentos novedosos, como puede ser la sensibilidad ecológica. Los eventos centrales se configuran en torno a la misa de apertura del 1 de agosto, presidida por el arzobispo Manuel Clemente, Cardenal-Patriarca de Lisboa, en la bautizada como Colina del Encuentro –lugares y nomenclaturas que ya se han incorporado a Google Maps–, el Parque Eduardo VII; el Festival de la Juventud del 1 al 6 de agosto con 480 eventos culturales, religiosos y deportivos repartidos en más de 100 espacios; la Ciudad de la Alegría que es el nuevo nombre con el que se aglutinan dos propuesta clásicas como son la Feria Vocacional y el Parque del Perdón en los Jardins de Belém del 1 al 4 de agosto; la acogida al Papa en la Colina do Encontro; el Vía Crucis –innovación de la JMJ de Madrid en 2011 que ha encontrado acomodo desde enconces– en ese mismo lugar el viernes; la Vigilia y la misa del envío en el fin de semana en el Campo da Graça, el nuevo Parque Tejo con Francisco; y el Encuentro final del Papa con los voluntarios de la JMJ.
A esto se suma un clásico que se quiere presentar renovado y que era el punto más débil en cuanto a renovación de las propuestas de las jornadas, las catequesis de los obispos. La organización las ha renombrado como “Encuentros Rise UP” y las presenta como “el nuevo modelo de catequesis” presentado como un “desafío a los jóvenes a reflexionar sobre los grandes temas lanzados por el pontificado del Papa Francisco: Ecología Integral, Amistad Social y Misericordia”. En este sentido la tutela ha venido desde el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida y no tanto desde la organización local.
En este sentido se diferencia el papel de los obispos comentando el magisterio de Francisco con otras charlas y experiencias que forman parte del programa del Festival de la Juventud por el que pasarán especialistas en economía, expertos en los santos patronos de la JMJ, testimonios de sacerdotes, consagrados y consagradas… A esto hay que unir la participación de 16 grupos de teatro y danza. Las propuestas recrean el evangelio, la vida de Don Bosco, san Antonio de Lisboa –a quien en el resto del mundo se le conoce como san Antonio de Padua–, santa Teresita den Niños Jesús o santa Juana de Arco. El Movimiento Juvenil Salesiano mundial organizará un clásico de estos eventos, un Flash Mob; aunque habrá espacio de danza vietnamita, hebrea y libanesa.
El Papa
Hay una reflexión muy sensata de Benedicto XVI en la JMJ de Madrid en 2011 que su secretario el arzobispo Gänswein refleja en sus polémicas memorias. Y es la experiencia que surge en el Papa alemán cuando es consciente de que un encuentro de esta naturaleza sería muy diferente sin el aliciente de la presencia del pontífice entre los jóvenes. En el libro se recoge el hecho de que la elección de Río de Janeiro para la siguiente edición implicaba adelantar la JMJ a 2013 –ya que en 2014 estaba previsto ya el mundial de fútbol–.
“Se puede compartir o no la convicción del Papa, pero –y lo digo muy claramente para despejar cualquier malentendido– fue precisamente la cuestión de la participación personal en aquella JMJ lo que desencadenó en él una reflexión, que poco a poco se fue haciendo cada vez más profunda, sobre la continuación o no de su pontificado”, escribe el secretario de Benedicto XVI. Y desde luego creo que en este aspecto no hay que dudar.
Francisco llega a esta JMJ de 2023 tras haberte sometido en junio a una operación y habiendo roto la barrera estética de aparecer en silla de ruedas en público –y especialmente en los viajes apostólicos–. Por el contrario, la sintonía que hemos visto en las últimas jornadas de esta Papa con los jóvenes hace esperar que se rompan las barreras físicas en favor de la fuerza de las palabras y el testimonio. Puede que la JMJ de Lisboa no sea una oportunidad perdida para la Iglesia en Europa.