Enrique Lluc
Doctor en Ciencias Económicas

Cuando uno más uno suman menos de dos


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En la sociedad actual la competición está sobrevalorada. Parece que tenemos que competir en todos los ámbitos, el deporte, la economía, los estudios, el trabajo, etc. De hecho, educamos a nuestros chavales en esta competitividad: no basta con ser bueno, hay que ser el mejor, hay que alcanzar niveles de excelencia superiores a los de los otros.

Algunas de las ideas que hay detrás de esta obsesión por la competitividad son las siguientes. En primer lugar una idea del mérito muy arraigada: quien gana es porque se lo merece. Hay que recompensar el esfuerzo. En segundo lugar un afán por ser más que el otro. En la medida que gano me pongo por encima de aquellos que han perdido. Los otros no alcanzan mi nivel. En tercer lugar una concepción individualista de la existencia. Lo que importa es lo mío, que yo logre algo y no los logros del conjunto.

Cuando la competencia se circunscribe a un campo que es competitivo por naturaleza como el deporte, estos valores pueden ser positivos si la práctica es leal y sana. La competitividad en el deporte favorece a los contrincantes y les hace crecer. Sin embargo, cuando la competitividad se da en un campo en el que debería existir colaboración, lo que sucede es lo contrario. La competencia deriva en un empeoramiento del conjunto.

Subasic, Mundial, Fútbol, Deporte

Cuando la competencia se da dentro de un equipo, en una misma clase, o en el lugar de trabajo, los resultados suelen ser negativos. Las personas que así entienden su labor utilizan parte de su tiempo en competir con su compañero, con aquellos con quienes deberían colaborar. Esto hace que el resultado conjunto no sea la suma de los dos esfuerzos, sino que uno más uno dé como resultado menos que dos. Además, el afán por competir, por ser más que el compañero, suele producir ansiedad y descontento en quien lo hace y en quien lo recibe.

Por desgracia, esta pasión por la competición y el desprecio por la colaboración hace que se pierdan muchas energías en nuestra sociedad y que el nivel de satisfacción en empresas, instituciones educativas o equipos deportivos sea inferior al deseable.