Hemos llegado a disolver a Jesucristo y su evangelio por algunas prácticas religiosas y piadosas.
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Y como seguramente ya han escuchado bastante “hemos iniciado la Cuaresma… tiempo de penitencia y conversión“. ¿Pero qué es finalmente la penitencia y la conversión en este tiempo?
La inercia doctrinal lo llevaría inevitablemente a pensar en aquel mandamiento de la Iglesia que dice: guardar ayuno y abstinencia en el tiempo mandado por la Iglesia; buscar la Cuaresma para el sacramento de la confesión; no olvidar sin lugar a dudas ir a que me pongan ceniza… Pero, cuando la práctica no tiene un acompañamiento o un testimonio ¿hacia donde se dirige?
En este tiempo de reflexión cuaresmal quisiera sugerir un propósito: es un gran y bello tiempo para abandonarme en el abrazo amoroso del Padre; este cambio de perspectiva es sin lugar a dudas en el fondo y la esencia de la predicación de Cristo; en todo el Evangelio no podemos negar que Jesús siempre cuestionó la religiosidad institucional, por solo ser formas sin espíritu; por solo mirar la culpa y no la Gracia; por esperar el castigo, más no para vivir la Salvación.
Dios misericordioso
Por qué nos ha resultado más fácil predicar el pecado y el diablo que realmente mostrar un Dios misericordioso, compasivo, amoroso, tierno… que solamente quiere mostrarme su amor, porque es su naturaleza, porque es su propio ser; abrirme al abrazo del Padre debe de ser el impulso real que mueve a la conversión.
En un tiempo tan violento, donde todo el mundo mira a la guerra y a la división, el cristiano debe tender puentes, disponerse a la escucha para construir diálogo; el cristiano ha de vivir netamente en las prácticas cuaresmales, el espíritu que las motiva. Una denuncia o una lucha sin caridad, solamente alimenta el vaso insaciable de resentimiento y coraje; una causa justa siempre tendrá acciones concretas, acciones humanizantes, acciones significantes… Pero sobre todo cercanía fraterna, de la que no solamente se contente con enviar víveres y oraciones, sino la que sabe está realmente construyendo con el que ha descubierto como hermano y no como enemigo: una sociedad mejor.