“Cuéntame” cómo fue la Iglesia enfurruñada


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José Lorenzo, redactor jefe de Vida NuevaJOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva

“De retratar Cuéntame aquella Iglesia que empezaba a asomar la patita desde mediados de los 80 hasta hoy, el rostro habría de salir enfurruñado…”

Si algún día la serie más exitosa de la televisión en nuestro país, Cuéntame, llegara a narrar estos últimos años, ¿cómo saldría retratada en ella nuestra Iglesia? En la temporada pasada, la familia Alcántara cenaba con las imágenes de fondo de Juan Pablo II en su primera visita a España, en 1982. Coincidiendo con esa época, aquel curita que en la serie colgó la sotana tras engacharse en los ojos de la hija mayor, desaparece del encuadre, como también empezaban a difuminarse, fruto de los cambios que traía consigo Wojtyla, aquellos sacerdotes hondamente comprometidos con la justicia, mano a mano en los barrios y pueblos con los más necesitados, y que tanto habían irritado en sus estertores a un régimen que pensaba que la Iglesia le era infiel.

Así pues, de retratar Cuéntame aquella Iglesia que empezaba a asomar la patita desde mediados de los 80 hasta hoy, el rostro habría de salir enfurruñado, regañando desde los púlpitos, miedosa con unos políticos y sacando pecho con otros, silente ante la guerra de unos y pancartera con las políticas sociales de otros, una Iglesia fracturada en su comunión interna, que con una mano alejaba a algunos de sus hijos mientras que con la otra iba sembrando un desamor que perdura en las encuestas.

Fotograma de Cuéntame.

Fotograma de Cuéntame.

Como en aquellos 80, ahora también hay “movida”, pero en la Iglesia. Algunos están tristes. Los han dejado así los últimos nombramientos episcopales. Temen la novedad, por más que esté aquilatada en años de silencio. Deberían escuchar más a este Papa, que no lo hacen:

A la novedad, novedad; a vino nuevo, odres nuevos. Y no tengan miedo de cambiar las cosas según la ley del Evangelio.

Otra de sus misas en Santa Marta. Un filón, aunque algunos periodistas no se enteren de que de allí sale más oro que de las reuniones del C-9. Otra pepita en la misma veta: ha pasado el tiempo –dice el Papa– de cuando los doctores de la ley hicieron al pueblo “esclavo de tantas pequeñas leyes, de tantas pequeñas cosas que se debían hacer”. Corroborando así esas sutiles campañas ya en marcha que, aquí, entre nosotros, están diciendo a doctores y escribas, con las palabras de Bergoglio en Santa Marta: “Dejemos de lado las estructuras caducas: no sirven. Y tomemos odres nuevos: los de Evangelio“. Vamos, una Iglesia que dé gusto volver a contar.

En el nº 2.909 de Vida Nueva

 

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